Mucho antes que trabajar con Al Pacino y dirigir «Serpico» (1973) y «Dog Day Afternoon» (1975), Sidney Lumet dirigió la película ’12 Angry Men’ o ’12 Hombres en Pugna’ en el año 1957. Esta película se convirtió en un clásico del cine a medida que fueron pasando los años, y a más de 60 años de su estreno, sigue impresionando a más de uno que la mira por primera vez.
Antes de decicar su carrera casi enteramente a escribir guiones para producciones para televisión, Reginald Rose pensó y plasmó en papel el guión de «12 Angry Men», que contaba la historia de 12 hombres convocados para participar como jurados en un caso de un presunto asesinato. Con la particularidad de que 11 de ellos pensaban que el sospechoso era culpable y uno solo pensaba que era inocente y para terminar con su reunión tenía que ser un voto unánime.


La principal característica del filme, y lo que primero llama la atención, es que toma lugar en una sola habitación, siendo esta una oficina en la corte donde se esta llevando a cabo el juicio. La historia es movida por los personajes, que, a través del diálogo, nos ponen en situación y cuentan, básicamente, toda la historia. Gracias al guión, y con la ayuda del llamado ‘tiempo fiel‘, el espectador se mueve en un tiempo imaginario, pero nunca se mueve del espacio.
El uso de una sola habitación para que se lleve a cabo la historia lo había hecho quién más que Alfred Hitchcock años atrás, en el año 1948, cuando dirigió ‘Rope’.
La segunda característica que más se remarca de la película es la facilidad con la que nos atrapa siendo que solamente contamos con diálogo. Ese debate moral que se nos presenta entre los personajes hace avanzar la trama rápidamente, y la manera que tienen de hablar y expresarse, sumada con la obligación de tener que grabar escenas bastante largas, nos da una sensación de estar en el lugar con ellos.


No tenemos que olvidarnos de la transformación. A lo largo de toda la película, diferentes personajes van a ir tomando diferentes caminos, de pensamiento, claramente. A la larga, va a surgir un juego con el prejuicio y la discriminación.
Esta película nos va a dejar pensando, mientras la vemos y cuando terminamos de verla, y es impresionante ese poder que tiene -como muchas otras- de impresionar y de enamorar teniendo más de 60 años y superando bastante muchas de los filmes que se nos ofrecen hoy en día. Quizás con menos calidad en la dirección o en el guión, o que, simplemente, no nos transmitan nada. Gracias Sidney Lumet, por esta obra maestra.