Una nueva obra basada en una historia de Stephen King llega a los cines.
El mismo día que se estrenó la primera de Los juegos del hambre, en varios entornos se corría el rumor -era más un comentario random que algo certero- de que la película era copia de una famosa novela de Stephen King donde, cada estado de Estados Unidos entregaba un voluntario para participar un torneo mortal. Vista Camina o muere o The Long Walk, hay que reconocer que esos comentarios algo de razón tenían. Especialmente cuando nos damos cuenta que el director es, nada más y nada menos, Francis Lawrence, responsable de tres de las cuatro películas de la saga Suzanne Collins. De igual forma eso no es lo importante.
En un pasado distópico, Estados Unidos atraviesa la peor crisis económica de su historia. Bajo el grito de «seremos grandes de nuevo», el gobierno crea un evento anual donde cada estado elige a un voluntario para que participe en una competencia. Consiste en lo siguiente: Todos deben empezar a caminar a un ritmo de no menos de 3 millas por hora (4.3 kilómetros por hora), deben seguir la ruta y el que se detenga, será eliminado; el último en quedar de pie será el ganador y tendrá derecho a pedir un deseo, lo que se imagine.
El protagonista de la historia es Ray (Cooper Hoffman; Licorice Pizza), un chico determinado a ganar el torneo, pero no por ambiciones económicas. Pega onda enseguida con Peter (David Jonsson; Alien: Romulus) que sin nada que perder, busca el gran premio. Dentro del grupo hay camaradería, pero finalmente solo uno puede ser el ganador.
A diferencia de las adaptaciones más famosas de Stephen King, The Long Walk, es una historia que escapa de los espíritus malignos para darle espacio al verdadero mal. Un sistema opresor representado por The Major (Mark Hamill). Entre curiosidades y situaciones, cabe destacar que esta película llega en el medio de fuertes discusiones del director contra el movimiento MAGA. De entrada, las únicas caras visible son las de nuestras víctimas, incluyendo a la madre de Ray y la gente que vive en la ruta. Todo lo demás rostros son tapados por lentes, equipo militar o la iluminación del lugar como es el caso de la escena final.
Por otro lado, el gran gancho en Camina o muere o The Long Walk es lo visceral. La película explícitamente muestra cualquier tipo de muerte posible dentro de un ámbito como ese. Disparos en la cabeza, tanques despedazando piernas, los chicos haciendo sus necesidades básicas mientras deben seguir caminando y tobillos que no dan más. Todo bajo la barata idea de motivar a la población norteamericana con el sacrificio de 49 niños donde solo ganará el más determinado. Allí aparece el buen personaje de Mark Hamill, quién como buen verdugo, se lava la mano, sigue órdenes y sirve al entretenimiento.
Sacando cosas obvias como la imposible hazaña de caminar durante 5 días seguidos -un buen espectador acepta disparates-, hay varias decisiones que no le hacen honor a la acción que propone la película. La subtrama del personaje de Hoffman no le hace honor al final de su personaje. Lo mismo su compañero interpretado por Jonsson quien pareciera ocultar algo de entrada y termina siendo algo más de lo mismo que no se compatibiliza el cierre de la película. O, el personaje que es el bastardo de The Major. Y así podríamos seguir un rato. Jugada dramática que no termina de calar en una historia que finalmente es pequeña (se filma la película prácticamente en la misma locación), pero que evoca a un tipo de cine de mediano presupuesto que ya no se hace y tanto se necesita.
3.5/5 = Buena