Martín Rejtman filma poco, por eso cualquier estreno es una fecha para marcar y un evento cinéfilo. 31 años después de Rapado, película que inició la ola denominada Nuevo Cine Argentino, el director sigue fiel a su estilo haciendo sus propias historias sin ningún condicionamiento. Ahora, es el turno de La práctica, en sus propias palabras «su cinta más cómica». El film forma parte del plato principal del Festival de Cine de Nueva York, un lugar en el que ya lo conocen mucho. En nuestro paso por la Gran Manzana tuvimos la oportunidad de charla con él.
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¿Como estás? Vienes de presentar la película en San Sebastián, ahora estás en Nueva York, luego vas a Londres. ¿Te gusta toda esta movida de festivales?
Siempre es muy bueno presentar una película nueva. Siempre es emocionante, sobre todo en San Sebastián que fue la primera proyección. San Sebastián es increíble, me encanta el mar, me bañé todo el tiempo. La comida es espectacular, estaban muchos amigos, como estreno fue una gran experiencia. Estaban los productores que habían visto la película, pero los actores no y por suerte les gusto. Fue muy linda la recibida de la película en general.

Acá (en la función de prensa de NY) ya vimos la película y uno piensa «bueno es una comedia latinoamericana, ¿se va a reír un japones por ejemplo?», y mucha gente se reía, especialmente al final.
¿Qué final?
El final de la película, donde sucede algo. Creo que si la gente se ríe ahí es un indicativo claro de que les gusto la película ¿no crees?
Sí claro, eso fue lo que me paso a mí. Yo no sabía, hasta el momento en que la vi en San Sebastián cómo funcionaba ese final. Imaginate que es un plano único, no hay forma de cambiarlo y tampoco pensé en alternativas, entonces era una jugada. Si sale, sale y si no, no. Cuando lo vi en San Sebastián fue como que todo el público se cayera de la risa. Y me quede como «wow, funciona», no lo podía crear. Fue lo mejor y salí muy contento.
En San Sebastián la película estaba en competencia, lo cual es atípico siendo una película de humor.
Eso fue justamente lo que me dijo el director del festival, como que era muy raro poner una comedia en competencia. Dijo incluso que era como un acto de valentía.
Claro, hay una idea de que todo el cine latinoamericano tiene que ser muy social, muy político y como que no hay espacio para otras cosas.
Es así, hay un prejuicio desde siempre. La gente va con expectativas de que si ves una película de Latinoamérica tiene que ser de una manera determinada, entonces si haces algo diferente te miran un poco raro o no te dan tanta importancia. Creen que no hay un mercado para eso.
Entrando ya en la película, el yoga es un tema central. Entiendo que vos lo practicabas, ¿todavía lo haces?
Sí.
¿Me lo recomiendas? ¿Te gustaría que la gente hiciera yoga a partir de esto?
Sí claro, igual no se si la gente lo irá a hacer, pero me parece que vale la pena. Yo hace mucho hago y creo que sí te cambia cierta actitud. Te cambia físicamente, te estira y como dice un personaje de la película «te da fuerza y flexibilidad». Te da más apertura en el cuerpo, mejor postura, te abre todo de algún modo. Eso físicamente, pero también mentalmente. En realidad, lo físico es algo secundario.
David Lynch usa meditación trascendental y me parece que dijo una vez que eso lo ha ayudado con las películas. ¿A ti te ayudó el yoga a hacer esta? ¿Te ha iluminado?
No sé si iluminado, pero por lo menos gracias al yoga es que hice esta película. Combine un poco mi experiencia en cine y mi experiencia con el yoga para hacer esto. No es una película autobiográfica, pero si está llena de detalles que me pasaron.
El personaje de Gustavo (Esteban Bigliardi) ¿Puede que tenga similitudes contigo? Persona alta y delgada que hace yoga.
Sí, hay algo de que elegí a Esteban porque se parece un poco a mí. Medio que podríamos hacer de la misma familia. Pero tampoco eso quiere decir que ese personaje soy yo. Nunca viví en Chile, por ejemplo. No soy profesor de yoga ni nada, pero si hay cosas que pasan en la película que me pasaron a mí.
Pero sí has pasado tiempo en Chile ¿Ya sabes diferenciar temblor con terremoto?
No (se ríe), todavía no. Me paso muchas veces que estaba allá y al día siguiente comentaba que «ayer hubo terremoto», «pero ese es un temblor», me decían. En Chile a veces te ibas a dormir y sentías que se movía todo a medianoche, pero era un temblor normal.
La película pone al yoga en un lugar importante, pero al mismo tiempo lo desmitifica. Los personajes quieren resolver sus problemas con el yoga, muchos quieren volver a hacerlo, pero Gustavo después consigue que el gimnasio le sirve igual.
Es como que puede servir o no. Un poco la idea es que uno puede llegar al mismo lugar por distintos caminos. Lo que le pasa a él es que conseguía un estado de relajación más profundo y meditativo en el gimnasio, que haciendo yoga. Uno puede llegar a un estado de meditación, no solo meditando. Ahora nosotros estamos hablando acá y haciendo esto puedo estar meditando. O puedo llegar a ese estado lavando los platos, por ejemplo. El camino a la relajación va mucho más allá de las posturas.
¿Como se llama el momento culmine del yoga? Lo mencionan en la película.
El Samadhi es como el momento de relajación más profunda, es difícil llegar a eso.
Claro, si yo hago yoga a los dos días quiero llegar a eso.
No, casi nadie llega.
¿Tu no llegaste?
No. Yo directamente no llegue a ningún lado (se ríe).
¿Nunca pensaste en ir a la India?
No fui nunca, hubo una posibilidad, pero no pude, hubiera sido ideal ir con esta película.
¿Por qué hiciste esta película en Chile? ¿Salió con la historia o lo querías desde el principio?
Lo que paso fue que mi anterior película Dos disparos fue una coproducción con Chile. En un momento estaba escribiendo este guion y pensé ¿Qué pasa si llevo todo esto a Chile? Quizás el tema de la financiación se hacía más fácil y también tenía experiencia yendo. Hay algo que me atrae mucho la atención, es como un país que está al lado de Argentina, pero muy diferente. Al mismo tiempo es muy familiar, muy cercano pero que no tiene nada que ver, es otra cultura. La vida del pacífico, una mirada más hacia Asia y Estados Unidos. Hay muchas similitudes y muchas diferencias.
También me daba ganas de trabajar con otros actores y con otras locaciones. En Buenos Aires se agotan un poco, uno termina grabando a veces lo mismo. Lo que pasa también es que en Buenos Aires todo cambia muy rápido. Vas a un lugar y a los dos años es otra cosa. Eso me deprime un poco. En chile no conozco, aunque capaz pasa lo mismo. De hecho, me paso, había elegido una cafetería y a los seis meses lo cerraron. Entonces, hay que apurarse. Para buscar locaciones soy bastante especifico. No me gustan las cosas muy nuevas, me gustan las cosas que tienen vida. Ahora está todo hecho como un shopping.
Hace poco vi Rapado por primera vez y él camina por unas calles que yo no conozco, que no existen casi hoy. El lugar de los fichines no existe.
No eso no existe más, y en Rapado casi todas las locaciones ya no existen. Hay un momento al final que se sientan en una plaza y eso todavía existe, pero es una ruina. A veces paso y no lo puedo creer.

Volviendo a Chile, eres una persona muy específica con el tema de los diálogos. ¿Te costó usar las palabras chilenas?
Sí, hubo un trabajo de adaptación. Yo por ejemplo había escrito «playera» y allá le dicen «polera». Me ayudaron mucho a corregir en la etapa de guion y los mismos actores, me decía mucho «acá no se diría esto de esta manera». Me pasó también con la palabra garzona que es camarera. Los chilenos tienen un lenguaje muy particular, tienen muchas palabras diferentes y yo trabajo con un lenguaje muy neutro. Eso ayudo a que no fuera algo tan complejo.
Se que también grabaste en Portugal, pero no identifiqué qué escenas eran.
Bueno mejor, tuvimos que grabar ahí por un tema de producción.
Por lo que me decías, te veo también grabando en San Sebastián.
No creo, es muy linda la ciudad, pero no creo. Ahora quiero volver a filmar en Buenos Aires. Es realmente una ingeniera complicada grabar en estos países. En Buenos Aires también, pero filmar en Chile fue complicado, no fue tan fácil como pensaba. Es que al ser una comedia se hace todo más complicado, por lo mismo que decíamos, se espera otra cosa del cine latinoamericano y realmente siempre son cosas que no tienen nada que ver con el cine. Tiene que ver más con factores externos que por la calidad. Les importa nada más si estas representando la coyuntura del momento, siempre tiene que ser lo que hoy está de moda.
¿También influye mucho si ya tienes un acuerdo de preventa no? Por ejemplo, si no tienes un acuerdo con una plataforma es más difícil.
No fue nuestro caso, pero sí, tener una preventa te ayuda mucho porque tienes garantías. Pero el tema es que, si la vendes a una plataforma, tenés una cantidad de condicionamientos a los que yo no estoy dispuesto a acceder. Tengo amigos que están en esos procesos y tienen que estar discutiendo constantemente.
Hasta la cámara te condicionan.
Sí claro, la cámara, el casting, el tipo de imagen. Hacer una película genera tanto trabajo que no me voy a poner en ese lugar.
Osea, pensar en una futura serie hecha por vos no es muy posible por lo visto.
Tampoco, es mucho más difícil. Seguiré filmando si puedo, si no puedo no lo haré.
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Especificamente hablando de La Práctica, pero en tu cine en general, a mí me pasa algunas cosas. Primero el humor, ¿se podría decir que esta es tu película más cómica?
Sí.
Yo siento que hoy existe una inundación de sátiras y muchas películas con humor negro. Mientras que el tuyo es un humor seco, prácticamente único. Siento que (esto lo digo yo que estoy todo el tiempo en las redes) la gente se puso de acuerdo en decir que la vida es una mierda, la sociedad es un mierda y que nada sirve. Creo que por eso se usan mucho las sátiras para drenar eso. En tu caso, yo no siento que en ningún momento un personaje dice «la vida es una mierda». ¿Lo ves así?
Estoy de acuerdo y no, mis personajes no lo dicen ni lo piensan, ellos siguen. No es que la vida es maravillosa, pero sí que estamos acá y hay que seguir adelante. Acá en el final el personaje desaparece, hay cierta incertidumbre, pero ya lo vimos salir antes. No sabemos qué va a pasar, queda una especie de final suspendido, pero nadie dice que la vida es una mierda o mala. A veces me decían que mis películas eran muy pesimistas porque no hay finales felices, pero que no haya un final feliz no quiere decir que la película sea pesimista. Que la película no sea optimista, no quiere decir que se pesimista. Hay que seguir con todo, no a pesar de todo. Tenemos mejores momentos y peores momentos, pero hay que seguir no nos queda otra.
Lo otro que me pasa es que vos con Rapado, y esto más que una apreciación es una realidad, señalaste el camino. Lo que terminó convirtiéndose en el Nuevo Cine Argentino. Dijiste «ojo que creo que es por acá» y fue por ahí. Ahora, con todo lo que está pasando de las plataformas y el cine comercial en general, me parece que con La práctica sigues señalando el camino. No se si estas gritando o estas pidiendo que no se olviden que, «es por acá».
No me pongo en el lugar de decirle a alguien como hacer las cosas, eso jamás. Para mí es por acá, para los demás será otro. Tampoco tengo tanto poder, ojalá (se ríe). Yo sigo haciendo mis películas. Es cierto que esta es un poco más accesible. Pero siempre tengo la esperanza de que mis películas sean vistas por la mayor cantidad del publico posible, pero tampoco la fuerzo. Trato de que por mis propios medios las películas conecten con el público. Todos queremos que vean nuestras películas, todos los directores y artistas quieren que su obra sea vista, pero al mismo tiempo uno no puede traicionarse. Entonces, para mi ese es el camino. Tampoco mis películas tienen mucho éxito comercial, sí quedan en el tiempo y la gente las ve. Ahora están en MUBI y mientras se sigan viendo tienen cierta vigencia, para mi es importante que eso siga pasando.
Igual, creo que hablo por la gente más cinéfila al decir ver una película tuya es un evento. Viste que está muy de moda el meme de “es cine”.
No, ¿qué es eso?

Ahora está muy famoso un meme de Mads Mikkelsen fumando y abajo dice «es cine». Ahora con Argentina, 1985 hicieron uno con Darín mientras fuma también. Esa acción de fumar, es cine.
¿Pero por qué en la vida real la gente ya no fuma?
No, la verdad no sé.
Lo memes no los entiendo, un amigo me dijo que tenía que tomar un curso. Son como chistes gratuitos.
Claro, pero es literalmente twittear: «Voy a ver la nueva de Rejtman» y abajo el meme. Igual, más allá de que no sea un éxito comercial, es un evento en definitiva. Una fecha en el calendario a anotar. No filmas mucho.
No filmo mucho, pero sigo haciendo mis películas. No es que en un momento empecé a trabajar para Netflix haciendo películas estándar o genéricas, sigo haciendo las películas que me gustan, trabajando con los mismos actores. Ahora me fui a Chile, pero me llevé a Mirta Busnelli. Trato de mantener, bueno no es que trato, son los elementos que manejo. Sigo haciendo mis películas de la forma en que se y que me gusta. Eso fue lo que sentí en San Sebastián, sigo haciendo mis películas como siempre, pero siguen saliendo frescas. Eso sentí y me dio mucha alegría.
Te veo como motivado, como que quieres filmar más.
Sí, justamente no quería filmar más, fue muy trabajosa esta película, sufrí mucho y la verdad quiero vivir tranquilo. Entre vida y cine, vida.
Tarantino dice que hará 10 peliculas y listo.
Bueno, tiene algo de razón, dice que cada director tiene una cantidad de películas adentro y capaz hay que darse cuenta de eso. Pero sí, ahora estoy escribiendo, haciendo un nuevo guion, veremos.
Menos mal. Es cine.
Es cine.
Santiago Motorizado hace la música de La Práctica, sé que es un gran fan tuyo.
Sí, y yo soy también de él.
La mejor definición que yo he escuchado sobre tu cine se la escuche a él, en un conversatorio que tienen con MUBI. Él dice que cuando ve tus películas piensa…
… es cine (se ríe).
(yo me rio mucho más) eso en definitiva. Él dice que cuando ve tu cine piensa, “ah, ¿esto se puede hacer?»
Claro, eso también pasa en la música y en todo. Yo empecé acá en la NYU a estudiar cine. Vine en el 81′ y teníamos un curso que nos daban un cámara de cine Bolex 16mm con un carrete de película de 100 pies que son tres minutos. Con eso, estábamos divididos en grupos de 4 personas y teníamos que hacer un corto por semana, rotando los roles. Cada uno le tocaba su momento de dirigir, de hacer el montaje, la cámara, etc. Hacíamos 4 o 5 cortos y era hacerlo como pudieras. Usabas a tus compañeros como actores, tu casa de locación, te la arreglabas. Para mí eso siempre fue el inicio, la manera en la que comenzó todo.
Son cosas que uno puede hacer. Eso se fue haciendo un poco más sofisticado porque me hice muy obsesivo con las locaciones, el guion, la forma de actuar, etc. Sí es cierto que hago un cine que está al alcance de mi mano, pero también soy obsesivo. Por eso digo a veces que no quiero seguir filmando. Hoy puedo juntar a cuatro personas y digo grabemos algo acá y ya. Un poco reviví eso cuando grabe el corto de Shakti, porque grabe con un presupuesto pequeño y con mucha gente que apenas salía de la escuela de cine. Algo muy chico. Eso me gusta mucho mas, me da más libertad.
Volviendo a Santiago Motorizado, ¿cómo fue la experiencia de trabajar con él?
Muy buena. La película tiene mucha música diegética, osea esa que suena de fondo. Él se encargó de eso y también la música final de los créditos. Fue una muy linda experiencia, él es una persona super predispuesta.
Muchas gracias por tu tiempo Martín, una última pregunta bien genérica que me gusta hacerle a todos los directores con los que hablo. ¿Qué película, de la historia del cine, te hubiera gustado dirigir?
Fácil, Al azar de Baltasar de Bresson. Te recomiendo muchisímo verla.
Esta entrevista forma de nuestra cobertura al Festival de Cine de Nueva York 61