Actriz, crítica, guionista y directora, Pascale Bodet se presenta en la 23º edición del Bafici, con una categoría dedicada específicamente para sus producciones. Filmada en el 2018 en un lapso de tres meses, con un presupuesto muy reducido y usando como locación su propio departamento, ‘Porte Sans Clef’ propone una mirada reflexiva sobre personajes desconectados y errantes en el marco de la situación migratoria de refugiados que se produjo en Francia a partir del 2015.
‘Porte Sans Clef’ (2018). Dirección: Pascale Bodet. Guión: Pascale Bodet. Elenco: Pascale Bodet, Serge Bozon, Astrid Adverbe, Marc Antoine-Vaugeois, Cristophe Degoutin, Mireille Roussel, Jean Abeillé. Edición: Pascale Bodet, Agnès Bruckert, Serge Bozon. Sonido: Benjamin Laurent. Duración: 78 minutos. Nuestra opinión: Buena
El filme de Pascale Bodet presenta personajes desconectados y perdidos que, a modo de reflejo, condensan las problemáticas europeas de los últimos años. El guión, realizado también por la propia Bodet, fue escrito en tres semanas y pensado exclusivamente para los actores con los que trabaja siempre. Es una comedia sutil, por momentos bizarra, marcada por el trabajo corporal y diálogos incoherentes; desconectados de toda lógica, al igual que sus personajes.
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La historia gira en torno a una mujer que alberga a sus amigos pero decide no darles la llave de su departamento. La ventana principal juega uno de los papeles más importantes para estos personajes que sólo pueden mirar el exterior a través de ella. En este pequeño fragmento del mundo, observan cómo crece el campo de migrantes que tienen enfrente: las carpas de refugiados comienzan a aumentar en número hasta que un día ya no están más. Se produce entonces una inversión, su departamento empieza a recibir personas desconocidas que duermen allí, pero que, en este caso, no son migrantes.


El eje de la película no es la situación que se da en el exterior, por fuera de la ventana, sino el desplazamiento que se produce en el interior. Si la figura del refugiado presenta, como consecuencia de un exilio involuntario, el desarraigo de sus raíces y hogares; es en este grupo de amigos en donde realmente se produce la mayor desconexión no sólo entre ellos sino también con la realidad que los rodea. El filme abre con un diálogo entre el personaje interpretado por Pascale Bodet y un niño del campo frente al edificio, al que ayuda con sus deberes. En este breve intercambio se repite constantemente la misma oración: “Si tú te pones en mi lugar, entonces yo me pongo en el tuyo”, frase que concentra la complejidad central en el largometraje.
En una escena de la película los personajes observan por la ventana y charlan sobre el crecimiento de las carpas cruzando la calle. ¿Cuántas veces hemos observado algo que sucede frente a nuestras casas y somos testigos con ojos curiosos de todo cuanto ocurre? El personaje de Pascale Bodet explica todos los cambios que fue observando a lo largo de los días, mientras sus amigos comparten su interés y curiosidad en el tema, particularmente de la reciente aparición de barreras a modo de delimitación. Sin embargo, es el mismo personaje el que ofrece y luego niega el refugio a sus amigos, generando una situación ambigua sobre todo, considerando que ellos no tienen problemas para entrar al departamento a pesar de no tener la llave.
Los celos, la violencia y el egoísmo comienzan a desplazarse de un amigo a otro: personajes que al principio del filme están perdidos y desorientados, terminan de manera opuesta pero desplazando la situación inicial a otro de ellos. Es en este grupo que la directora franco-tunecina nos acerca una reflexión sobre la otredad.