De una premisa muy prometedora y de un director con experiencia y con cierta marca autoral, no queda otra que disfrutar la película que se propone. La filmografía de Nicanor Loreti se caracteriza fácilmente por una propuesta sumamente personal. Es indiscutida esta capacidad de autor que maneja el director. Todos sus largometrajes presentan características similares, sobre todo, en la puesta en escena y la edición. ‘Punto Rojo’ no es la excepción.
La nueva película de Loreti se presentó en el Festival de Mar del Plata como un estreno. El filme mantiene el hilo estético que el cineasta mantiene a lo largo de todos sus trabajos. Y como siempre, nunca decepciona.
‘Punto Rojo’ (2021). Dirección y guión: Nicanor Loreti Fotografía: Mariano Suarez. Elenco: Mariana Anghileri, Edgardo Castro, Demián Salomón. Duración: 80 minutos. Nuestra opinión: Muy buena.
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‘Punto Rojo’ cuenta la historia de Diego, un fanático de Racing que se encuentra en el medio de la nada con su auto. Minutos más tarde, un hombre cae del cielo, aterrizando sobre el capó del auto del protagonista. Allí se desencadenan diferentes hechos y sucesos que ayudan a la construcción de un relato mayor cada vez más completo. La forma en la que Loreti decide narrar, mantiene al espectador al borde de la silla durante todo el tiempo que dura el largometraje.
El filme maneja un altísimo nivel de puesta en escena. No se puede discutir de que se aleja lo máximo posible a la estética de un filme de bajo presupuesto. Loreti presenta una brillante ejecución de la obra. Donde cada plano cuenta y sirve, y no deja nada a la deriva. El montaje, llevado a cabo por el mismo director, es excelente. Y su trabajo en el armado del largometraje es lo que más lo caracteriza. Es en los aspectos técnicos donde más se luce esta producción.
La película funciona como una excelente comedia negra y sátira. Su tono e intención es parecido a lo que hizo Edgar Wright con ‘Scott Pilgrim’ años atrás. Solo que con muchos menos efectos visuales. De igual manera, presenta una construcción dinámica de los hechos. No da respiro al espectador. No para nunca. Y propone una experiencia frenética, igualado al nivel de tensión que viven los personajes.