Correcta película dramatica sobre un docente inglés que adopta un pingüino durante la última dictadura militar argentina.
Suele ser extraño cuando un grupo de artistas intenta reflejar una cultura que le es ajena. El director británico Peter Cattaneo junto al actor Steve Coogan se animaron a adaptar y hacer la película de The Penguin Lessons, una insólita historia real en la que un profesor inglés adopta un pingüino durante su estadía en la Argentina de la década del 70, en la última dictadura militar. Hay que, decir que a pesar de estos prejuicios, hicieron un trabajo bastante digno.
Coogan interpreta a Tom Michell, un algo desganado profesor que llega a un colegio privado para enseñar inglés. El inicio de la dictadura militar el 24 de marzo de 1976 provoca la suspensión de las clases por una semana y este aprovecha los días libres para conocer Punta del Este. Allí, se encontrará con un pingüino empetrolado y para tratar de conquistar a una mujer, lo rescata. Sin lograr su cometido, el pequeño ave de todas manera no se separa de él y vuelven al país juntos.
Ya en la escuela, lo llevara a las clases para que sus alumnos presten más atención. Mientras, Michell será testigo directo de los horrores de la dictadura: verá como secuestran a Sofía (Alfonsina Carrocio) una joven empleada del instituto y esto lo motivará a enseñar poesía con sentido político, para hacer reflexionar a sus pupilos sobre lo que ocurre fuera de la escuela.
Los modismos, los actores que aparecen y la ambientación se sienten del país y le agregan una capa de verosimilitud. Si bien la mayoría del metraje es en inglés esto también es plausible justamente porque Argentina es uno de los países de mayor nivel del idioma en el continente. A su vez, gran parte de la historia ocurre en uno de esos centenarios colegios para la clase alta de ciudad de Buenos Aires y allí suele ser la lengua principal.
Más allá de estos detalles, que suman antes que restar a la experiencia, hay que decir que la película no le escapa a cierto convencionalismo que la asemeja a esas cintas directas a televisión que suelen verse del país británico. Una fotografía correcta pero no destacable y diálogos irónicos, ese «dry humour» que Coogan tiene como marca registrada.
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Hay algo que la destaca de la media: si bien el director es de otro país (una vez más Jonathan Pryce se acerca a un proyecto relacionado con Argentina), no se percibe en gran medida una captación errónea de la cultura argentina (hay sobrados ejemplos en el cine y la televisión donde los actores ni siquiera parecen saber hablar español). A su vez, las actuaciones son muy buenas. Coogan tiene la mejor escena de la película con un torturador al que le pide por la joven secuestrada. Es un actor muy sobrio y sus miradas son claves en más de una escena.
Los secundarios tampoco se quedan atrás: la argentina Vivian El Jaber, de gran trayectoria, interpreta a una madre de Plaza de Mayo alejada de estereotipos y Pryce hace de un más que digno director de escuela que en la medida de sus posibilidades trata de buscar soluciones en medio de la crisis que vive el país.
(Atención, spoilers) La película concluye con una nota agridulce: Sofía regresa a la escuela, pero el pingüino muere. Se hace un gran funeral para el animal, que durante el relato ayudó a la escuela a atravesar ese oscuro momento de la historia argentina.
Así concluye la película de The Penguin Lessons, por momentos algo monótono, pero que logra narrar correctamente y con buenas actuaciones una época durísima para el país. Hacer equilibrio para que un tema delicado no termine en un papelón tiene bastante de mérito.
The Penguin Lessons llegará a los cines argentinos el 10 de julio