Cada vez que una película con características políticas y sociales como Aún estoy aquí llega a los cines, se instala la idea de que dicha obra es importante. A lo que uno se puede preguntar: «¿Para quién es importante?». La respuesta suele variar según a quién le preguntes. Esto, que no es nuevo, ha logrado que muchas cintas formen su trama en base a esa incógnita. Obviando que, al hacer eso, el mensaje gana preponderancia por encima de las formas. Este es un arte de formas. Es por eso que la película de Walter Salles está tan bien lograda. Entiende que, para apuntar a la memoria coletiva, debe enfocarse en realizar una gran historia con buenos personajes. Un solo movimiento de cabeza es suficiente.
Aún estoy aquí es una película basada en la novela, con el mismo nombre, de Marcelo Rubens Paiva, periodista y dramaturgo brasileño que cuenta la historia de su familia marcada por el asesinato y desaparición de su padre, Rubens Paiva, por la dictadura militar de Brasil en 1971. Tanto en la cinta como en el libro, la protagonista es su madre Eunice Facciolla Paiva (Fernanda Torres), quien debe hacerse cargo de la situación y del futuro de sus hijos.
Hay una escena en la que el personaje de Fernanda Torres luego de enterase de la muerte de su esposo, lleva los niños a comer helado a un lugar concurrido. Ahí, sin decir nada ni emitir ningún sonido, el director baja el volumen de ambiente y fija su cámara en Eunice. Lejos de mostrar una profunda tristeza, que como audiencia sabemos que está presente, decide enfocar a la madre mientras ve a las demás familias y/o grupos comer, hablar y reír. Contempla la belleza de las relaciones humanas. En un cine repleto de estímulos banales este es uno de los momentos más importante que hemos tenido en las películas en los últimos años.
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La película de Walter Salles se centra en tres cosas: La memoria, el paso del tiempo y la familia. Especialmente la última. En la época del yoyismo, llega una historia a recordarnos el sacrificio de nuestros padres y antepasados. Pero no desde un punto de vida nostálgico. Aún estoy aquí es una trama muy dura que busca el reconocimiento de la alegría de saber que se ha tenido el privilegio de haber amado y de ser amado.

Sobre Fernanda Torres hay que mencionar lo bien escrito que esta su personaje y el gran manejo de la actriz. Siguiendo la idea del primer párrafo, Aún estoy aquí pudo haber sido una película con muchos golpes bajos que sirvan para entregarle en bandeja de plata el tono emocional en la audiencia. Incluso, en más de una ocasión la cinta hace el juego a propósito de que va a caer en eso. Sin embargo, Salles elige a un personaje que no quería ser el héroe de la historia a bancar la situación. Especialmente bajo su rol de madre.
Una buena actriz no llorar cuando tiene que hacerlo, aguanta las lágrimas. Lo mismo pasa con la audiencia, el trabajo de Torres logra que el público también se ponga en ese rol de protector. Si gana el Oscar o no es lo de menos. El mundo ha conocido a una magnifica interprete.
La memoria consigue su mejor momento en la última escena de la película que transcurre en un almuerzo familiar. Allí, nuestra protagonista, ahora es encarnada por Fernanda Montenegro, madre en la vida real de Torres y de también una carrera actoral brillante. En el ocaso de su vida, luego de levantar a su familia y trabajar en la reconstrucción de Brasil, el destino le paga con un severo caso de Alzheimer. En la televisión, ve la cara de su esposo en un reportaje especial sobre la dictadura. Su reacción, un leve movimiento de cabeza, grita: «Aún estoy aquí».
Por último, el paso del tiempo, no solo se ve representando en los saltos temporales de la película, sino que el montaje de los créditos finales se encarga de poner la última daga en el corazón en el público. Walter Salles finaliza la historia con una casa vacía en donde el aire se encarga de terminar de dispersar toda alegría que supo colmar las paredes de ese lugar. Afortunados los que fueron testigos del hombre que fumaba puros y tomaba whisky a lo James Bond mientras compartia con sus hijos.

No esta demás decir que el éxito de Aún estoy aquí también se debe a que la historia está contada desde un profundo tacto y conocimiento de la realidad social de un país. No hay buenas cintas políticas sin historias que logren juntar distintas narrativas que muestren una realidad colectiva. En está se hacen presenten discusiones sobre la importancia de los poderes públicos, el miedo de los ciudadanos, la responsabilidad de los medios y el atroz manejo de las fuerzas armada. Hacer memoria es juntar a la comunidad en frente del retrato de una mujer que, entre lágrimas de alegría, sostiene en la mano un acto de defunción.
Nuestra puntuación de la película
5.0 out of 5.0 starsFicha técnica
- Ainda Estou Aqui (I’m Still Here, Aún estoy aquí, 2024)
- Dirección: Walter Salles
- Guión: Murilo Hauser, Heitor Lorega (basado en el libro de Marcelo Rubens Paiva)
- Elenco: Fernanda Torres, Selton Mello, Antonio Saboia, Valentina Herszage, Humberto Carrão, Fernanda Montenegro, entre otros
- Fotografía: Adrian Teijido
- Edición: Affonso Gonçalves
- Música: Warren Ellis
- Duración: 2 horas 17 minutos
- Nuestra opinión: Excelente