Blondi se ubica en un punto intermedio entre la realidad y la ficción del cine argentino. Una realidad donde, en los últimos años (o décadas), el cine nacional se ha caracterizado por recurrir a una confiable fórmula dónde tenemos intérpretes en películas que en sí no toman muchos riesgos, salvando algunas excepciones. Los nombres ya los conocemos, y los títulos también. La ficción es esa donde la mayoría de las películas argentinas buenas se pierden entre algunas plataformas de streaming, entre algunos cines no tan comerciales que las proyectan, y entre las pocas voces que intentan resucitar o capturar la atención de los cinéfilos/as para así dar a conocerlas. Una que duele. Pero, que lamentablemente no dependen de los méritos propios de estas obras, sino de factores externos que no ayudan a la distribución. En el limbo, en esa zona media donde parecería haber un fino hilo de esperanza, es donde se encuentra la ópera prima de Dolores Fonzi como directora.
Es importante saber cuándo se quiere decir algo, pero más importante aún es saber qué decir y cómo decirlo. Con una impecable trayectoria como actriz desde hace poco más de 20 años, Fonzi sabe a lo que juega, y sabe cómo jugarlo. Se nota la pasión y el disfrute a la hora de crear una historia que requería, sobre todo, mucho corazón. Una que nos habla de los vínculos, sin etiquetarlos, sin prejuicios, sintiéndose genuinos y palpables en cada fotograma. Como los mejores realizadores que saben adónde apuntar la cámara, la directora plantea desde la sencillez de la puesta en escena un relato atemporal, que se siente universal y que conecta en sus primeros minutos.
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La película sigue a Blondi (Dolores Fonzi), una madre que tiene una relación muy liberal con su hijo Mirko (Toto Rovito) a tal punto que parecen amigos de toda la vida. Ella sin embargo no pierde ni por un segundo ese instinto maternal. Alocada, impredecible, siempre alegre e irreverente, pero también dulce, cariñosa y presente, hace lo que sea por Mirko. A pesar de la buena relación que tienen, la contracara de la moneda es la de un chico que mira al futuro. Juntos van a emprender un viaje de autodescubrimiento (y redescubrimiento) que cambiará sus rumbos para siempre.
Pepa (Rita Cortese) como la madre de Blondi, Martina (Carla Peterson) como la hermana y Eduardo (Leonardo Sbaraglia) como la pareja de Martina completan el gran elenco que tienen sus buenos momentos, destacando a Rita Cortese con ese ácido y filoso humor que la caracteriza.
Hablando de humor, el acercamiento a la comedia dentro de un drama como este era necesario. Los diálogos se sienten naturales y originales. La cotidianeidad que se maneja en la forma de hablar de los personajes refleja de una muy buena dirección. Por su parte, las actuaciones en si son todas muy buenas, aunque la estrella es en definitiva Dolores Fonzi. Blondi es una película que se apoya en los hombros de la reconocida actriz de manera inmediata. Las inspiración de películas noventosas como Slacker de Richard Linklater, Clerks de Kevin Smith, y particularmente de El Gran Lebowski de Los Hermanos Coen son espectaculares y por el gesto, sino por tomar esa algo de esos films y extrapolar todo en algo bien criollo.
En definitiva, Blondi podría definirse como una especie de comfort/coming-of-age/road movie que se te queda grabada en la memoria con una sonrisa, y no se te despega. Necesitamos más cine como este.

FICHA TÉCNICA
BLONDI (2023). Dirección: Dolores Fonzi Guion: Laura Paredes, Dolores Fonzi. Elenco: Dolores Fonzi, Toto Rovito, Carla Peterson, Rita Cortese, Leonardo Sbaraglia. Fotografía: Javier Juliá. Edición: Andrés Pepe Estrada, Susana Leunda. Duración: 87 minutos. Nuestra opinión: Muy buena.
Esta crítica forma parte de nuestra cobertura al BAFICI 2023