La maternidad es el aspecto bisagra de la vida toda. ¿Qué es maternar? ¿Cómo se es madre? Las respuestas a estas preguntas se redefinen en cada mujer. Sin embargo, de no haber mayores alteraciones, algo es ineludible: todas fuimos, somos o seremos madres de nuestras madres. Ahí, los roles se invierten y las hijas ocupan la posición de madres cuando estas últimas precisan cuidado y atención críticos. Es distinto de una gestación, que es como un comienzo desde cero. Sin ir más lejos, el “ser madres de madres” involucra a dos mujeres que compartieron toda una historia juntas. En la inauguración del Festival de Cine de Mar del Plata, Anahí Berneri nos invita a reflexionar sobre este y otros temas aledaños con Elena Sabe, película que estará en Netflix a partir del 24 de noviembre.
Elena padece un tipo de Parkinson que la inmoviliza casi por completo. Rita, su hija, tiene que poner todo de su ser y un poco más para cuidarla. Parece un círculo vicioso de esfuerzos sin final. Pero, una noche lluviosa, Rita aparece muerta. Elena se convence de que hay un misterio a desovillar, e inicia una búsqueda que implica desempolvar lo acontecido hasta su muerte, con todo el dolor físico y emocional que ello le significa.
Contradicciones necesarias
Elena sabe gana al retratar a sus protagonistas con una crudeza humana cuya obligatoriedad parece obvia, pero que hace mucha falta en el cine actual. Muchos directores se jactan de crear personajes en los que el público puede verse reflejado, para luego presentarnos hombres y mujeres acartonados, con una o dos dualidades superficiales en su personalidad. Claudia Piñeiro y Anahí Berneri no solo demuestran entender la complejidad del ser humano. También retratan con suma meticulosidad el carácter laberíntico de la madre que deviene hija y viceversa.
Entonces, es fácil conectar con Elena y Rita. Aunque atraviesan un hecho fuera de lo común, encarnan los elementos típicos y a la vez contradictorios de ser madre de una madre. Por ejemplo, la atemporalidad. Para Rita, el tiempo está detenido en la única tarea de cuidar mecánicamente a Elena día, tarde y noche, mientras que ella se encuentra estancada en el Parkinson que la restringe a movimientos mínimos y rutinarios. Otro: el desdoblamiento de la madre que, en su situación venida a menos, abandona su parte más maternal y descarga toda su frustración y enojo en quien la cuida, tal como lo hace un nene. En síntesis, hay que destacar, a nivel temático, el entendimiento de lo que representa maternar a una madre en su vejez. A pesar de lo lejano que puede resultarnos el conflicto de la historia, el carácter de la relación madre-hija se espeja fielmente en la realidad.
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El espacio y los objetos
La otra mecánica de lo dual es la que está alojada en los espacios y en los objetos. Cuando Rita muere, se vacían del presente de la que ya no está y se llenan de la nostalgia del tiempo pasado. Las pertenencias de Rita se convierten en los retazos que la mantienen unida a los vivos. Por otro lado, los espacios que habitó son repasados constantemente por Elena, tanto para descifrar el misterio del fallecimiento como para seguir sintiendo la presencia de su hija.
Elena y Rita constituyen una unidad familiar disfuncional. Son solo ellas dos contra un mundo que las mira con asco y avanza sobre ellas sin mirar atrás. Por eso, cuando Rita fallece, los únicos que pueden ayudar a Elena son los fantasmas de todo lo que su hija dejó en el plano material. Como si fuese la protagonista de una película neo noir, las sombras se ciernen en un símil claroscuro sobre el rostro de Elena, oculto por su postura ampliamente encorvada. A paso lento y con la imposibilidad de enderezarse y levantar la cabeza, ella avanza con parsimonia pero sin piedad hacia las pistas que cree le ayudarán a resolver el crimen.
FICHA TÉCNICA
Elena sabe (2023). Dirección: Anahí Berneri. Guion: Claudia Piñeiro (basado en la novela homónima), Anahí Berneri, Gabriela Larralde. Elenco: Mercedes Morán, Érica Rivas, Mey Scápola, Miranda de la Serna, Marcos Montes, Marcos Ferrante. Fotografía: Federico Lastra. Edición: Ana Remón. Música: Jackson Souvenirs. Duración: 104 minutos. Nuestra opinión: Excelente.
Esta crítica forma parte de nuestra cobertura del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 38