El cine argentino deja su marca gracias a películas como La Virgen de la Tosquera. La directora Laura Casabé no solo se graba a fuego en la memoria de sus espectadores, sino que no teme aplicar presión firmísima sobre dicha cicatriz de la espectación. Eso puede rastrearse a lo largo y lo ancho de su filmografía, pero cobra solidez absoluta en el terror. En Los que vuelven, la autora supo acentuar los puntos fuertes del folk horror nacional, al mismo tiempo que se expresó sobre el problema de la aniquilación de las comunidades indígenas. Es decir, no se conforma solo con el estremecimiento provocado por la parte visual de su idea. También necesita colmarla de una profundidad temática que converse con la humanidad y su presente.
Con semejante estilo creativo, no es de extrañar que la noticia de su colaboración con Mariana Enríquez haya suscitado tanta expectativa. Después de todo, podría decirse que la escritora estrella trabaja sus novelas de forma bastante similar, abordando preocupaciones parecidas. Se trataba de una química destinada a funcionar, y bien que lo hizo. La Virgen de la Tosquera se estrenó en el BAFICI sin dejar a nadie indiferente. Es mucho decir, teniendo en cuenta las expectativas altísimas del público para con el retorno de Casabé a las pantallas grandes y los primeros pasos de Enríquez en el mundo de las adaptaciones cinematográficas. Aun así, ambas brillaron en esta conjunción de talentos. Sobre todo, cabe aplaudir la valentía de la película, que respeta el material original y, en paralelo, construye su propia cosa.
La película de La Virgen de la Tosquera no solo versiona el cuento del mismo nombre, sino que también reformula El Carrito. De la mixtura de ambos relatos presentes en Los peligros de fumar en la cama nace la historia de Natalia, una chica que acaba de terminar la secundaria y ocupa cada segundo de su respiración en desvivirse por el chico que le gusta. Por otro lado, puertas adentro, la falsa paz de la convivencia con su abuela se corta en seco cuando el changuito del paria barrial se instala en el medio de la cuadra y las calamidades se suceden una detrás de la otra.
Lo que funciona dentro de La Virgen de la Tosquera
El primer logro del filme es su negación a encasillarse ortodoxamente en el terror, la comedia o el coming of age. Al contrario, el título visita las tres vertientes narrativas con absoluta libertad, evitando recaer en la simpleza de la atmósfera solo macabra. Ahí, no habría diversión ni suspenso alguno. Por suerte, Casabé comprende las posibilidades del guion concebido por Benjamín Naishtat y le permite adquirir el tono que le convenga según el momento. Se trata, en otras palabras, de una narración viva ¡Y cuánto hacen falta esas en el audiovisual contemporáneo!
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De forma similar, la directora nunca permite que los momentos exclusivamente terroríficos se aíslen en el efectismo. Siempre están empapados en la expresión del conurbano bonaerense, la historicidad del 2001, lo que es propio de los grupos de amigas e, incluso, aquello que es intrínseco a los vínculos de mujeres antagonizadas. En otras palabras, el terror de La Virgen de la Tosquera no sigue la mala práctica de irrumpir y quebrar la cotidianeidad, sino que quiere emerger a la manera de una semilla dentro de ella. Tal cual sucede en Carrie, lo espeluznante no se siente fuera de lugar. Lejos de eso, el espectador necesita que brote cuanto antes. Casabé muestra las primeras hojas de dicho tallo en las escenas iniciales, y deja que nuestra impaciencia se cocine a fuego lento.

La construcción realista de los personajes también es sorprendente y refrescante. Presos de un cine de terror obsesionado por la destrucción de cuerpos descartables, respiramos libres durante una hora y media gracias a la humanidad rebosante que le da latencia al filme. Lo mejor es, sin lugar a duda, el tira y afloje rabioso entre Natalia y Silvia, pero no hay ninguna interacción o vínculo que sobre. La sincronización tipo Kubrick de Josefina y Mariela, el relief cómico que se hace carne en Kechu y Rita y los intercambios despersonalizados de Diego con las chicas son solo algunas de las conexiones que edifican el alma y la fragilidad de la cinta. Cuando llega el clímax, ninguno de los destinos puestos en juego nos son ajenos.
Una vez más, Casabé trabaja para quedarse en la mente del espectador durante días, y lo logra con creces. No se trata tanto de la familiaridad que emanan el tiempo y el espacio de la película La Virgen de la Tosquera, como del hecho de que ambos están puestos al servicio de un coming-of-age que no teme tocar las teclas de varios subgéneros del terror al mismo tiempo. El monstruo de la cineasta estrella no quiere ser etiquetado, y aquel es el mayor acto de valentía en una actualidad signada por la explotación repetitiva de tropos y lugares comunes. Luego del fundido a negro que da paso a los créditos, es difícil no deshacerse en aplausos. Después pensamos en las especificidades de la producción. Por lo pronto, estamos sensibilizados por la recuperación del efecto esencial del séptimo arte, hoy en peligro de extinción: la capacidad de interpelar.
Nuestra puntuación de la película
5.0 out of 5.0 starsFicha técnica
- La Virgen de la Tosquera (2025)
- Dirección: Laura Casabé
- Guion: Benjamín Naishtat (basado en los cuentos de Mariana Enríquez)
- Elenco: Dolores Oliverio, Fernanda Echeverría, Luisa Merelas, Isabel Bracamonte, Candela Flores, Agustín Sosa
- Fotografía: Diego Tenorio
- Edición: Miguel Schverdfinger, Ana Remón
- Música: Pedro Onetto, Fabián Aranda
- Duración: 95 minutos
- Nuestra opinión: Excelente
Esta película forma parte de nuestra cobertura del BAFICI 2025