Sofia Coppola nació en la cuna del cine hollywoodense. Incluso desde sus primeros años hizo una aparición estelar en The Godfather dirigida por su padre, Francis Ford Coppola. Su entorno familiar la llevó a crecer en el detrás de escena de grandes películas y la nutrió del mejor conocimiento cinematográfico. Sin embargo, ese mundo rodeado de hombres, la inspiró a explorar otros lugares y descubrir su propio nicho: el lado femenino.
Las películas de Sofia Coppola se centran en la femineidad desde una perspectiva íntima y evolutiva. Generalmente, sus protagonistas son mujeres jóvenes o adolescentes que buscan un sentido, un lugar en el mundo o simplemente ser comprendidas. Su cine se caracteriza, además, de una minuciosa estética que logró gracias a sus estudios en el mundo de la moda y el diseño. Si bien cada largometraje posee un estilo propio, Coppola suele explorar colores que están asociados a lo femenino: el rosa, el lila o las tonalidades pasteles.
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Todos queremos que nos encuentren
I felt it was shouting like a crowd dancing
I tried my best to smile but deep inside my heart
I guess I couldn’t live without the things that made my life what it is
Too Young, Phoenix (Soundtrack de Perdidos en Tokio)

Si hablamos de temas que tejen la filmografía de esta cineasta, hay que resaltar que no importa la edad o género de los personajes, la soledad siempre está presente. Tan robusta como un roble al punto de que los personajes parecieran estar sumergidos dentro del mismo bosque de introspección. Desde las hermanas adolescentes Lisbon en Las vírgenes suicidas, hasta la dupla de los Keane, padre e hija en On the Rocks. Sofía registra a los personajes mirando por la ventana. Bajo miradas perdidas se sienten atrapados en sus realidades. Anhelando por la vida que no tendrán o por aquello que fue y no volverá a ser lo mismo jamás.
La realizadora es una gran narradora visual y como maestra de su arte, ya ha conseguido imágenes insignias. Bill Murray en Perdidos en Tokyo sentado en la cama del hotel o Kirsten Dunst en la bañera en María Antonieta, para demostrarnos el aislamiento de sus personajes hasta el punto de que podemos sentir la soledad que atraviesan. Si hay algo que ha conquistado Sofía Coppola es la habilidad que tiene para que todos sus personajes, desde el actor sin un propósito en Somewhere hasta las alumnas y sus maestras atrapadas en la guerra civil en The Beguiled, se sientan identificables no sólo por sus crisis existenciales sino por cómo reaccionan ante ellas. Algunos dejarán que los quiebre y otros, incluso, dejarán de vivir por ellas.

Las incomprendidas
—No has vivido lo suficiente para comprender lo difícil que puede llegar a ser la vida.
—Por supuesto, doctor. Y usted nunca fue una adolescente de 13 años.
The Virgin Suicides (1999)

Especialmente, hay una temática que ha sido la bandera de Coppola: el infierno que representa la adolescencia para una chica. Incluso, lo dejó bien en claro en el diálogo citado de Vírgenes Suicidas cuando el doctor atiende a Cecilia Lisbon, la hermana más chica, luego de haber intentado el primer suicidio. Esta línea cristaliza el espíritu narrativo de esta cineasta que decidió darle voz a las adolescentes para lograr una universalidad transparente, sensible e incomprendida por la mayoría de las películas que abordan esta temática.
En el caso de su más reciente película, Priscilla, Coppola aborda problemáticas como la búsqueda de la identidad en una edad conflictiva. El primer enamoramiento, la “desilusión” de la figura de los padres y sus primeras experiencias con el corazón roto. Por otra parte, pese a que no es una de sus películas más halagadas,The Bling Ring también tiene la intención de mostrar a este grupo de adolescentes que, de un día para el otro, deciden entrar a robar a las casas de las famosas más codiciadas del momento. Este comportamiento, así como la adolescencia de manera metafórica, es visto como algo extraño, como algo que no se puede comprender.

A pesar de que cientos de cineastas han hecho largometrajes que exploran ese mismo recorrido, esta directora tiene la sensibilidad adecuada para adentrarse en las psiquis de esos personajes que se sienten incomprendidos por su entorno para hacerte sentir identificado en ese aislamiento asfixiante en el que viven.
Ellos y ellas
—Y recuerda: no te enamores de ningún hombre.
On The Rocks (2020)

Si bien Sofía Coppola admite que solo Perdidos en Tokio tiene un dejo de su vida personal, es imposible no creer que también debe haber algún pedacito de ella en las historias que muestran otra de las temáticas que le concierne: la dinámica entre padre e hija, ya que su padre ha sido un gran estandarte en su vida.
La paternidad es una de las relaciones que se explora en profundidad en las películas Somewhere y On the rocks, donde los progenitores tienen una potencia persuasiva que los convierte en personajes totalmente interesantes porque podemos ver todas las fisuras que los hace notablemente humanos.
En On the rocks, Bill Murray encarna a un hombre mayor que se niega a madurar y que manipula a su hija para hacerle creer que “todos los hombres son iguales”. A pesar de sus cuestionables intenciones, ambos hacen un viaje que los lleva a reconectar desde las más profundas emociones. Con respecto a Somewhere, la directora le inyecta al personaje, interpretado por Stephen Dorff, el contexto de estar atravesado por los mecanismos de Hollywood, algo que le dio a Coppola la identidad de su intercambio filial con su padre.
Por otro lado, en Priscilla, si bien se trata de una historia de amor romántico, también se puede observar que la relación entre la protagonista y Elvis es paternalista, de un sumo “cuidado” y control por parte de él hacia ella. En este caso, Coppola aprovecha este tipo de vínculo para poner en evidencia la toxicidad que puede llegar a tener una relación de tal tipo.

El ojo del futuro
Si hay algo que podemos argumentar es que Sofía Coppola ha tenido el instinto de descubrir y apostar por actrices emergentes. Así fue como creyó en el talento de Kirsten Dunst (Las Vírgenes Suicidas, María Antonieta, The Beguiled) con quien logró crear una de las mejores duplas artísticas de Hollywood. Además, confió en la entrega de Elle Fanning (Somewhere, The Beguiled) quien en la actualidad ha logrado papeles versátiles demostrando toda su capacidad actoral. Ahora con la película Priscilla, Coppola manifiesta una vez más su ojo inequívoco para rastrear dónde se encuentra el talento joven. Cailee Spaeny, quien encarna a Priscilla Presley, es una de las actuaciones favoritas en esta temporada de premios.

El pueblo se muere de hambre… ¡Pues, dénle pasteles!
El cine se trata de lenguajes y Coppola lo entiende muy bien tanto como para plasmarlo en sus composiciones como a la hora de inspirarse para contar historias. Como mencionamos anteriormente, la directora estudió pintura y fotografía. Es por eso que, para sus películas, utiliza el arte como detonante para crear tonalidades, estados de ánimo y ambientes. Sofía arma ‘moodboards’ con fotografías icónicas para rendirles homenaje. Por ejemplo, en la escena de la fiesta escolar de Las vírgenes suicidas es una referencia a una fotografía de Bill Owens. En ese reconocimiento y en esa búsqueda a través de lo visual, la cineasta obtiene encuadres que, con solo extraerlas del film, cuentan una historia por sí solas.

Así fue cómo, este año, la cineasta estrenó un libro con todo el archivo de fotografías y moodboards de sus películas. Lamentablemente en nuestro país no está disponible en librerías y sólo se consigue de manera online. Acá pueden darle un vistazo.
Goin’ places with our lives
De hecho, con la llegada de Priscilla la cineasta ha compartido a través de sus redes sociales la playlist de Spotify que utilizaba en el set de la película y acá lo pueden encontrar. En sus largometrajes, la música es un animal vivo que traza un espejismo con los personajes para ahondar su universo. Convirtiéndose en una matriz en la esencia del film. La música te transporta a los lugares que la cineasta quiere. Casi que te hace respirar esos aires para que te sientas parte de la narración. El ejemplo más claro fue cuando tuvo la decisión asertiva de utilizar música anacrónica en María Antonieta para resaltar el espíritu adolescente de la joven reina francesa y su disociación con las tareas de la realeza.
Para Sofía Coppola la música es otro código clave en sus relatos. Tanto en el detrás de escena de su proceso creativo, como ingrediente para fuente de inspiración en la escritura. Incluso, está presente hasta en los sets para ambientar la atmósfera con los actores y el equipo de producción.

Ella era el punto fijo del mundo en movimiento
—Al final no importaron sus edades, ni que fueran chicas, sólo que las habíamos amado.
The Virgin Suicides (1999)

Sofia Coppola es una directora que ensaya sobre la soledad, el peso del ser, el encierro y la asfixia de las realidades. Utiliza todo el código cinematográfico a su disposición para componer contextos y detalles que logran el ambiente que requieren los personajes. Desde colorimetría, fotografía y vestimenta. Es una gran referente y pionera en cómo concebir relatos sobre adolescencias identificables desde una perspectiva femenina. Una artista plástica del celuloide que utiliza casi todos los lenguajes del arte para narrar grandes historias sobre mujeres y paternidades dificultosas con maestría.
«Mi cine no se trata sobre ‘ser’ sino sobre convertirse«, suele determinar la directora sobre sus personajes e historias. Lo que nosotras podemos decir sobre su ‘ser cineasta’ es que Sofia ya se convirtió en una gran directora viviendo entre nosotros.

Esta nota fue trabajada en conjunto entre Mery Linares y Julieta Ortiz