Para el cine argentino, el campo es el lugar donde habita la infinita posibilidad. La ciudad, con sus edificios milimétricamente concebidos, su cemento que todo lo absorbe y sus luces inflamables, no deja nada a la imaginación. En los espacios rurales, solo predomina la ley del más fuerte y la naturaleza. Algunas películas que ya desfilaron por el Festival de Cine de Mar del Plata, como Cuando acecha la maldad y Mixtape La Pampa, trataron el tema con sus respectivos enfoques. El de El viento que arrasa de Paula Hernández parece centrarse, de cierta forma, en el clima. El calor que azota a los personajes los consume segundo a segundo, y «derrite» paulatinamente los deseos que la protagonista guarda con recelo.
Leni es la hija y ayudante del reverendo Pearson, un predicador que visita todos los recovecos del país para salvar almas a través de la religión. En uno de sus viajes, el auto que los transporta sufre un desperfecto. Ahí es donde aparecen El Gringo Brauer y su hijo, «Tapioca», una familia de dos que es dueña de un taller mecánico y que le servirá a Leni y a su padre como auxilio divino.
El silencio que entreteje
La historia es interesante desde el vamos por entrelazar dos géneros que difieren mucho: el coming of age y la película religiosa. El primero, rebosante de experimento y rebeldía. El segundo, plagado de restricciones. Además, se le agregan otros condimentos, como el de los tropos de la paternidad y la road movie. Como dijimos, el lugar rural avala todas las amalgamas, y teje sin dificultad conexiones sólidas entre cada uno de estos temas.
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Lo temático se enlaza con el lenguaje audiovisual sin fallas. Ahí, el aspecto técnico más interesante de la película es el del sonido, que se mezcla con el tratamiento del punto de vista anclado, casi siempre, en la figura de Leni. Como servidora del bien universal que su padre lleva a cabo, se ve obligada a guardar silencio y acallar todo lo que se oponga a su accionar evangelizador.
Incluso cuando la vemos sola, escapa de su realidad escuchando un casete de rock nacional, pero no podemos oír la música. A medida que sus necesidades como persona son más urgentes que su misión religiosa, empieza a encontrarse en la voz. Al principio es tenue y no dice mucho. Va creciendo como lo hacen las tensiones con su padre y, en el momento catártico absoluto, estalla.

El viento que arrasa de Paula Hernández prueba lo que ya sabemos hace rato: la directora es experta en tratar «el elefante en la sala» que incomoda en las relaciones intrafamiliares. En este caso, ni siquiera hay sala. Leni es una nómade sin hogar, y su único lugar seguro es más el auto que la transporta en sus misiones evangélicas que su padre/jefe/salvador/mesías.
FICHA TÉCNICA
- El viento que arrasa (2023)
- Dirección: Paula Hernández
- Guion: Paula Hernández, Leonel D’Agostino
- Elenco: Alfredo Castro, Sergi López, Almudena González, Joaquín Acebo
- Fotografía: Iván Gierasinchuk
- Edición: Rosario Suárez
- Duración: 94 minutos
- Nuestra opinión: Muy buena
Esta crítica forma parte de nuestra cobertura del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 38