Intentamos desmenuzar todos los secretos de una de las obras mas importante del año.
The Brutalist o El Brutalista se ha posicionado, no solo como una de las mejores películas del 2024 y posible ganadora a los Premio Oscar, sino que también se trata de una cinta muy importante y desafiante para nuestros tiempos. Con un ridiculo -de lo poco- presupuesto de 10 millones de dólares, el director Brady Corbet junto a Adrien Brody, Felicity Jones y Guy Pearce, nos trae este drama de 3 horas con 35 minutos (con un intermedio) sobre un arquitecto ficticio que llega a Estados Unidos luego de la segunda guerra mundial. ¿Por qué algo así ha llamado tanto la atención? Para eso, hay que intentar responder algunas incógnitas de la cinta, simbolismo y especialmente ese extraño epílogo. Este es el final explicado de The Brutalist.
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Luego de la segunda guerra mundial, László Toth (Adrien Brody), un visionario arquitecto húngaro, viaja hacia Estados Unidos en busca de una mejor vida y nuevas oportunidades tras sufrir el infierno de los campos de concentración. Sin embargo, deja a su esposa atrás en el camino sin saber si sigue con vida. Ya en América, se empieza a dar cuenta que no todo es color de rosas. Luego de un problema con su primo que sí logró a adaptarse al nuevo país, László empieza a sufrir de las consecuencias de ser un inmigrante que nadie conoce. Hasta que entra en su vida Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce) un magnate que descubre su talento.
Este le pide que construya un monumento en honor a su madre. Le entrega todo para hacerlo y para que este cómodo. Sin embargo, a medida que avanza la película, László sabrá que el costo es muy alto. A tal punto que, luego de sufrir grandes males, deberá abandonar el sueño americano.
El director y guionista, Brady Corbet, confesó que su principal motivación a la hora de hacer la película era: «Siempre he visto películas sobre el sueño americano en la que al final el personaje logra que funcione. Yo quería hacer una historia donde pasará lo contrario». Esta es una gran reflexión, ya que precisamente The Brutalist es una historia sobre las maldades del sueño americano y eso lo podemos ver en la primera escena.
La primera escena de la película simboliza una nueva vida. El parto de un bebe desde el punto de vista de este, en el cual ve la luz. También, es importante prestarle atención al sonido, ya que el ambiente que se escucha al inicio es más cercano a la destrucción total de un campo de concentración a la de un barco. Mientras sucede esto, vemos paralelamente a Zsófia (su sobrina) siendo interrogada, luego escuchamos a su esposa Erzsébet recitando una carta. László, camina, avanza y las puertas del cielo se abren. Ve la luz, pero, hay algo raro que nuestro personaje no identifica. La estatua de la libertad, el símbolo máximo del nuevo mundo, está al revés. ¿El sueño americano ha muerto? ¿Nunca fue lo que les dijeron? ¿Es una ilusión?
Corbet inicia la discusión con esas escenas y las reconfirma con lo primero que hace László en libertad. Dando introducción a la primera parte de The Brutalist, «El enigma de la llegada», osea la expectativa del nuevo mundo. Lo primero que hace nuestro protagonista es ir hacia un prostíbulo, pero no pasa un buen momento. «Tu rostro es horrible», dice la prostituta. «Ya lo sé», responde el personaje de Adrien Brody. La realidad va tocando la puerta. Esta idea de que debajo del suelo americano hay una gran oscuridad lista para devorarse a cualquier luz talentosa se va a arrimando.
La contraparte de László es Harrison Lee Van Buren. A lo largo de la película veremos con este adinerado hombre permite que el inmigrante se siente en la misma mesa, pero, siempre y cuando recuerde que es la representación de la mínima expresión. Harry, hijo de Van Buren, le dice en un momento: «Recuerda que te toleramos».
El rico, un hombre capitalista, es una persona que va por la vida buscando agregar cosas a su personalidad o cartera que lo ponga en un mejor lugar. En otras palabras, su manera de pensar es: «Si logro esto, si me junto con estos o si obtengo eso, lograré ganar mi lugar».
La primera vez que Van Buren conoce a László lo desprecia y lo trata de ignorante. Pero, a los meses cuando descubre su talento, decide volver a contactarlo con la idea de que lo ayude a construir un monumento en honor a su madre. Sin embargo, eso es una excusa. El verdadero motivo de esa visita es que László es un especialista en la arquitectura brutalista, algo que no estaba todavía muy presente en Estados Unidos. László es el perfecto instrumento de Van Buren para lograr la trascendecia. Ya que un monumento único llevará su apellido para toda la vida gracias a este inmigrante.
Por su parte, László es una persona con su propia personalidad, así quiera encajar, no puede cambiar. No quiere olvidar su acento ni quiere empezar a ver la vida a través de los ojos de un capitalista. Van Buren como cualquier otro empresario, no puede comprender como un hombre pudo haber sido bendecido con semejante talento. El rico quiere aprovecharse de eso exprimiendo su talento hasta más no poder. Hay unos celos genuinos entre él hacia László, especialmente cuando el arquitecto empieza a revelar sus traumas. Hasta eso es molesto para Van Buren. Quien, después, cometerá su mayor acto posesivo.
El brutalismo es un estilo que surgió en Europa en la década de los 50s. Esto se debe a que fue el principal estilo utilizado luego de la segunda guerra mundial que destruyó a gran parte del continente. La gente no tenía casas y no había dinero. Precisamente esto es económico (se usa concreto), rápido, más fácil de hacer. Sin embargo, hay una idea prestablecida de que el estilo brutalista es poco agradable a la mirada o que es simple. Lo curioso es que, aunque sí está presente la idea minimalista a simple vista, dentro de sus estructuras se esconde una idea maximalista, pero no de en base al arte sino a base de un sentimiento socialista.
Aquel que construía un edificio brutalista era una persona esperanzadora que creía en un mundo más justo. Esto se debe a que en un espacio brutalista más personas podías entrar, más seres humanos obtenían tener una vivienda digna. En el estilo no existen las grandes diferencias sociales ya que un cuadrado se puede de vivir en miles de cuadrados más pequeños. Para la Europa post-guerra, esto era perfecto. Lo feo a la vista esconde grandes esperanzas, al igual que el rostro de László. Como en toda gran obra, todo tiene que ver con todo. Es por eso que la música de The Brutalist está repleta de sonidos metálicos, porque todo es una construcción.
Nuevamente, Van Buren le solicita a László hacer un monumento viviente en honor a su madre. Pero, lo que realmente quería era hacer un lujoso espacio «para la comunidad». Eso sí, tenía que tener de todo. El rico pide que tenga una librería, espacios para caminar y charlar, un lugar para comer, canchas deportivas, piscina, etc. Muy parecido al estado del cine actual donde las obras quieren hacer todo para llamar la atención del público que intenta buscar algo para ver en Tik Tok. László decide hacer una obra, pero una muy suya. Acá es cuando de a poco como audiencia empezamos a entender los traumas de nuestro protagonista.
Con el pasar de la película y tras la confirmación en el epilogo final, entendemos que esta obra era un homenaje a las vidas perdidas y golpeadas en los campos de concentración. Moldeada por su propia experiencia traumática y la tristeza que le ocasionaba no estar con su esposa. La idea era reimaginar el interior claustrofóbico de los campos con dimensiones propias de la prisión. La gran altura de cristal se debe a que mientras alguien camine por la zona y se sienta atrapado, pueda ver hacia arriba los hermosos ventanales que invitan al libre pensamiento reforzando una propia personalidad.
Además, la idea detrás de los inusuales pasillos (algunos secretos), era una reimaginación de la vida de László en la que podía ir y venir a ver a su esposa la cual estaba en un campo de concentración distinto. Así, nunca se iban a separar nuevamente. Por último, esa cruz arriba representa esa cercanía con dios que tanto necesitaba. Toda una representación de amor, belleza e identidad.
Algo interesante es que a medida que transcurre la película donde el proyecto se detiene y vuelve, László empieza a entender la idea que le da su sobrina. Para cumplir con su deseo de identidad no debe construir un edificio en Estados Unidos, debe simplemente irse del país.
Siguiendo la línea de como el capitalismo salvaje ha cambiado la forma de lo que debe ser el sueño americano, la aparición de las Canteras de Carrara, es el mejor ejemplo. Este mágico lugar ha sido tan explotado que, a pesar de que se sigue sacando ese especial mármol usado por el mismo Miguel Ángel, ha perdido mucha belleza. El hecho de que Van Buren originalmente no quería saber nada de ese lugar porque era muy costoso es digno de lo que es. Sin embargo, cuando llega encuentra algo nunca visto. Como si se tratará de tierra santa.
Motivado por la espectacularidad del lugar y con muchos celos encima, comete el acto imperdonable. Estados Unidos, donde el dinero es el jefe, es el terreno de Van Buren, pero Europa y Carrara, donde se hace presente la belleza, son terrenos de László. Eso se nota en las fiestas de noche donde nuestro protagonista ya con problemas de adicción disfruta del vino, la música y las mujeres. De lejos, Van Buren observa a su presa. En este lugar László no es manipulable pero el empresario se encarga de tomar nuevamente el control. En la escena más controversial de la película, cuando el personaje de Adrien Brody, ebrio, no tiene control, el rico baja sus pantalones y dice las siguientes palabras mientras abusa sexualmente del inmigrante:
«¿Quién crees que eres? ¿Crees que eres especial? ¿Crees que flotas directamente encima de todos? ¿Por qué eres hermoso? ¿Por qué eres educado? Eres un vagabundo, eres la dama de la noche».
Van Buren destruye a László y hace lo que más quería desde el principio. Oficialmente lo convierte en su posesión. El hombre rico vuelve a ganar y corrompe el alma del protagonista. Ambos vuelve como si nada ¿A que costó todo? László se retrae aún más en su arte y en su sufrimiento, incapaz de enfrentar directamente a su agresor. El sueño americano no solo ha muerto, sino que es se ha transformado en algo muy oscuro. Solo una luz externa puede sacar a nuestro protagonista de semejante lugar. Ahí entra la importancia de Erzsébet, el personaje de Felicity Jones.
Mientras que en la primera parte vemos como las desgracias de nuestro protagonista no fueron en vano ya que pareciera que finalmente encontró su lugar en este nuevo país, la segunda parte destruye esa idea. Pocas cosas nos han emocionado tanto en los últimos años como la introducción de Erzsébet en The Brutalist. Sí, físicamente solo está presente en este acto, pero la realidad es que siempre lo está, como un fantasma, como observadora. Una especie de entidad que le manda cartas a su esposo, y aunque no le pide nada concreto, lo termina impulsándolo a buscar una mejor vida. A diferencia de László ella no tiene miedo en luchar y tomar acciones. Su enfermedad no la ayuda, pero su personalidad choca rápidamente con Van Buren ya que ambos tienen un carácter parecido.
Aunque el amor entre ambos no el mismo pues han pasado 8 años sin verse, ella de a poco se va convirtiendo en el ángel de la guardia de su esposo. Precisamente, su introducción marca el inicio del comienzo del segundo acto que lleva como nombre «El núcleo duro de la belleza», osea la realidad del mundo. Por eso su personaje sufre de una enfermedad, entiende más que László de cómo es el ambiente que transitan. La realidad de ellos es muy distinta a la que américa les quiere hacer creer. Por eso mismo, es el mejor personaje para confrontar a Van Buren.
La principal crítica negativa que ha recibido The Brutalist viene a partir de la confrontación de Erzsébet hacia Van Buren. Esto se debe a que la película se rompe totalmente en ese momento, pero no en el sentido de bueno o malo, sino en la narrativa de la misma. Hasta el momento del abuso sexual toda la historia es vista a través de los ojos de nuestro protagonista. Además, está filmado de cierta forma.
Cuando este acto cruel se da, el personaje de Adrien Brody pierde su humanidad, y la misma película lo sabe. ¿Por qué? Hay un detalle técnico que refuerza esta idea. Cuando el personaje de Felicity Jones entra a la mansión de Van Buren para confrontarlo, es la primera vez desde el inicio de la película que el director decide usar cámara en mano, dando entender que ya no tiene control sobre la obra. Así como László, sumergido en su depresión, ha perdido total control por su vida.
La protagonista en ese momento pasa a ser Erzsébet pero ella se cae debido a su enfermedad y no puede tener control sobre el asunto. Luego, la historia pasa a tener foco en Van Buren quien niega lo sucedido, pero desaparece sin dar respuestas. Puede que no guste esta idea de que la cadena de la historia se rompa en el momento más importante, pero sin duda es más que interesante. Todos perdemos el control de lo que sucede. Ni los personajes, ni la audiencia, ni el director, pueden tomar cartas en el asunto.
El destino de Harrison Lee Van Buren es uno de los misterios más extraños del final de The Brutalist. Su hijo y los empleados del hogar no pueden encontrarlo en el terreno. Hay varios asuntos relacionados con esta escena sobre los que se puede teorizar. En cuanto al destino de Harrison, es posible que se haya suicidado o simplemente haya huido, escondiéndose de la vergüenza o partiendo para comenzar una nueva vida en otro lugar. Cabe destacar que cuando un grupo lo busca en la construcción, se escucha la voz de alguien diciendo: «Aquí hay algo».
Otro detalle interesante de la escena es cómo reacciona su hijo. Harry (Joe Alwyn), no es solo el personaje más detestable de la cinta, sino que muchas veces actúa como un robot sin sentimiento que tiene todo fríamente calculado. Sin embargo, esta es la única escena en la que muestra una desesperación genuina. Parece que, aparte de que acaban de acusar a su padre de hacer algo terrible, él está horrorizado porque cree o sabe que es verdad.
Mucho antes de estos eventos, hay una escena que muestra a Harry caminando hacia Zsófia mientras ella está sentada junto al agua en traje de baño. Él le pregunta si le gustaría dar un paseo, pero la escena se interrumpe antes de mostrar lo que sucede. Esto da entender que, quizás, Harry intentó hacer algo con ella o algo peor sugiriendo que ha desarrollado las actitudes de su padre.
Luego de la desaparición de Van Buren la película salta en el tiempo tres décadas. Es 1980 y encontramos a los personajes en una Bienal (en Venecia) donde hay una exposición en honor al trabajo de László. Nuevamente siguiendo la línea de que la película pierde control de sí misma, lejos de escuchar el sonido metálico de Daniel Blumberg, pasamos a escuchar una versión disco de sus temas (Ni hablar que en los créditos suena One for You, One for Me de La Bionda).
En el evento, Zsófia da un discurso sobre la vida de László, resumiendo la carrera de su tío y demostrando un lado que el público no ha conocido directamente, ya que él no ha compartido la inspiración de su trabajo. Ella describe cómo su vida personal sirvió como influencia en su proceso creativo, inspirando diferentes aspectos del centro comunitario que finalmente logró hacerse. En particular, esta idea de que los interiores del centro comunitario se hicieron para parecerse a los campos de concentración.
Para este momento vemos a László pero no en las mejores condiciones. Ya que es un anciano que parece no poder moverse mucho ni hablar. Al mismo tiempo queda claro que Erzsébet no forma parte de nuestro plano y no hay ninguna mención a Van Buren. Finalmente, Zsófia cierra el discurso diciendo una frase que supuestamente László le habia dicho en el pasado: «No importa lo que los demás intenten venderte, lo importante es el destino, no el viaje».
No por algo la película inicia y termina con Zsófia, ella viene a representar a la audiencia en esta historia. Es la testigo principal de todos los hechos, no habla al principio por miedo pero es la que se adelanta a todos cuando les pide a Erzsébet y László mudarse a Jerusalén. No sabemos exactamente si László dijo eso o no. Incluso, capaz no es el verdadero pensamiento de nuestro protagonista. Es una frase muy abierta digna del final de esta obra.
Hay muchas teorías sobre el significado de estas palabras. Incluso, buscando el pelo al huevo, dentro del contexto de sus personajes, se podría entender que lo importante para los judíos no fue el holocausto sino llegar a Israel. Y así, muchísimas más cosas se podrían decir. Pero, el mejor final explicado de esto es entender que, sí, László pasó por un infierno para lograr su arte, pero el resultado final es lo que importa. La sensación de trascendencia es lo que todos queremos. Precisamente lo que queria Van Buren es lo que logró László. Usando la arquitectura como método para procesar sus traumas.
Estos son algunos de los significados e ideas que nos ha dejado una película tan grande como lo es The Brutalist. La discusión de si es una obra maestra o no; o si debe ganar los Premios Oscar, son tópicos menores a la hora de enfrentar esta obra. El tiempo pondrá todo en su lugar, pero lo importante es entender que esta cinta es la clara demostración de que debemos recurrir a las bases para sentir un aire fresco.