Con una lúgubre melodía, somos testigos de una Londres poblada de edificios de diferentes tamaños, con lucecitas que se van haciendo presentes con el avance del atardecer. Tras una ventana, Adam (Andrew Scott) se asoma y mira el paisaje con extrañeza, esa sensación desoladora de sentirse completamente perdido. All of Us Strangers o Todos somos extraños es una película sobre la memoria, el duelo y esas cicatrices que se curan pero que nunca cierran del todo. En ella, conocemos al protagonista como un escritor que busca hacer de su pasado un arte, pero que para eso deberá adentrarse en lo más profundo para, justamente, poder recordar.

Con la ayuda de fotografías y un viaje hacia la casa de su infancia, vuelve a “conectar” con sus padres que murieron en un accidente automovilístico cuando él tenía sólo 11 años. En esos encuentros, va conociendo a sus padres que, después de tanto tiempo, se convirtieron en unos extraños. En ese recorrido, la música es fundamental.
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Una tarde, Adam se sienta frente a la computadora para arrancar a escribir un guión. Para inspirarse, pone Johnny Come Home de Fire Young Cannibals, cuya letra hace alusión al viaje en el cual se está por emprender. Nobody knows / The trouble you feel / Nobody cares / The feeling is real. Mediante la letra, conocemos un poco más por lo que Adam está pasando: se siente solo y algo lo atormenta.

Sin embargo, hay algo dando vueltas por su mente que lo inquieta y que quizás pueda ser la pieza del rompecabezas que intenta resolver. Johnny, we’re sorry / Won’t you come on home?, se escucha de fondo mientras revuelve una caja llena de fotos viejas y recuerdos que quedaron guardados como el polvo que las cubre. Esa “invitación” a volver a casa es el puntapié para que el protagonista decida regresar al lugar en donde todo inició.
Más tarde, suena Is this Love? de Alison Moyet en medio de un incómodo y cálido reencuentro entre Adam y sus padres. A este punto, sabemos que ellos ya no están pero de algún modo él logra conectar con ellos, quizás a través de su mente o de su escritura.

And if I live in wonderland i’m better off this way / I choose never forget, dice la letra. La canción habla sobre la duda y esa delgada línea entre lo verdadero y lo idealizado en el amor. A partir de este momento, Adam descubre que puede volver a visitar a sus padres una y otra vez, aunque sin importarle si forman parte de su imaginación.
Este conocimiento lo lleva a empezar a escribir el guión que no podía empezar y se da cuenta de que así como va a construir una nueva historia también lo puede hacer con su vida. Por eso es que de fondo suena Build de The Housemartins, que habla sobre un nuevo comienzo, uno permanente. En este caso, con Harry (Paul Mescal), el único vecino que conoce en el solitario edificio donde vive y de quien, poco a poco, se comienza a enamorar.

Junto a Harry, Adam comienza a explorar una nueva parte de sí mismo, donde abunda la adrenalina del sexo, las fiestas y la noche. Con las canciones I Want A Dog de Pet Shop Boys y Death Of A Party de Blur, se revela esa soledad disfrazada de éxtasis y queda en evidencia el trauma que no logra superar: ese miedo a quedarse completamente solo.
Durante ese viaje, motivado por sustancias, Adam se despierta en su habitación de la infancia vestido con el pijama que usaba a los 11 y que ahora le queda extremadamente chico. Baja de las escaleras y una canción lo traslada a las vísperas de Navidad, en la que el ritual de armar el arbolito era algo sagrado para su papá. Allí, suena Always On My Mind -también de Pet Shop Boys- y Claire Foy, la madre, entona unas estrofas que, muy posiblemente, te rompan el corazón:
Maybe I didn’t hold you / All those lonely, lonely times / And I guess I never told you / I’m so happy that you’re mine / Little things I should have said and done / I just never took the time / You were always on my mind. Unos segundos después, se une su papá -interpretado por Jamie Bell– con las estrofas que le dan nombre a la canción: Tell me that your sweet love hasn’t died / Give me one more chance to keep you satisfied. En unos pocos versos, Adam escucha todo lo que siempre necesitó oír.

Sin embargo, no es hasta el final que descubrimos la importancia de la canción estrella de la película, The Power Of Love de Frankie Goes To Hollywood. La primera vez que la escuchamos es la noche en la que Adam conoce a Harry. Él se encontraba en su departamento armándose un porro mientras tenía el video de fondo, la cámara enfoca a la televisión y así es cómo conocemos su título.
En una entrevista con Indiewire, Andrew Haigh -el director- dijo que sabía que ese tema tenía que estar cueste lo que cueste e incluso no comenzó la producción de la película hasta que obtuvo los derechos. “Todo fue diseñado con eso en mente. La película trata sobre el poder de la música, extrañamente, para arrastrarnos al pasado”, expresó el cineasta.
Curiosamente, todo pasa a través de aquel sencillo de 1984 que sólo por su video musical fue considerado como un clásico navideño. Quizás es por eso que Adam la escucha, para poder volver a revivir los últimos momentos que estuvo junto a sus padres antes de que ese terrible accidente en la noche de Navidad les quite la vida.
Al inicio del filme, en cuanto Harry toca a la puerta de Adam y le pide que lo deje pasar, le susurra “Hay vampiros en tu puerta”, una cita a la primera estrofa de la canción: I’ll protect you from the hooded claw / keep the vampires from your door. Hacia el final, cuando ambos descubran la verdad, Adam le cantará esa parte en un intento de buscar la paz y de reafirmar que su amor va más allá de las fronteras entre la vida y la muerte.
