‘Matate, amor’ es un guion basado en el libro del mismo nombre escrito por la argentina Ariana Harwicz. Esta es nuestra crítica.

Cuando un film parte de un libro con una identidad tan marcada, resurge el eterno debate sobre el cine, su alcance y su capacidad de traducir en imágenes los universos que se construyeron antes en palabras. Inevitablemente se juzga su respeto al material original, su fidelidad a la historia y al espíritu del texto base. Es la trampa de las adaptaciones de libros populares: tenés el beneficio de partir de un relato notable, pero, a la vez, tenés la presión de los fanáticos que ese relato notable cosechó. Si lo modificás mucho, podés ofenderlos. Si lo respetás demasiado, podés quedar excesivamente encorsetado y no volverlo cinematográfico. ¿En que espector se concentra Matate, amor (Die my love) de Lynne Ramsay con Jennifer Lawrence y Robert Pattinson?
Matate, amor presentaba singularidades que dificultaban todavía más esa trasposición. La de ser un film estadounidense que partía del texto argentino de Ariana Harwicz, y la de ser una novela singular para llevar a la pantalla, ya que se trataba de un monólogo interno y catártico que reflejaba la psiquis de su protagonista femenina. La posibilidad de arruinarlo todo en esta apuesta era tan grande como certera. Y que el pasaje al cine se vuelva un experimento no solo exitoso sino loable, sólido y brutalmente cinematográfico pone a a esta película entre mis títulos favoritos del 2025.
La directora Lynne Ramsay (Tenemos que hablar de Kevin) convierte ese texto catártico en una catarsis visual frenética y por momentos agotadora que expone el alma de su personaje central: una escritora afectada por una depresión posparto que la lleva a un camino de autodestrucción emocional y física. Aquella narradora en primera persona se convierte aquí en el punto de vista principal del relato, sí, pero sin recurrir a recursos facilitadores como voces en off o excesivas verbalizaciones de su ánimo.
Ramsay pone al espectador ante una catarata de situaciones turbulentas que, con un montaje fragmentado y tajante, nos crean un mapa mental del personaje, que incomoda, que perturba, que se vuelve opresivo. Todo está puesto para contribuir a la sensación de hastío. Hay minutos enteros –y eternos- en los que la película y la vida de nuestra protagonista están atravesados por el ladrido constante de un perro. Hay escenas que empiezan y terminan, hay otras que inician en el pico de su tensión, y otras que irrumpen brutales y sorpresivas, generando algunos jumpscares más propios del cine de terror que del drama psicológico que Matate, amor es.
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Después de una secuencia de aparente calma, donde vemos a Jennifer Lawrence bailar y disfrutar, puede cortar a una donde se está golpeando la cabeza contra un espejo, repentinamente. Y así, el film genera la latencia constante de un nuevo arrebato de violencia, lo que se traduce en una tensión que recorre el relato de principio a fin. Ni en sus instantes más calmos y luminosos dejamos de temer lo peor. Y lo peor irrumpe, siempre. Una y otra vez.
Para narrar ese subibaja emocional, ese descenso a la depresión y la locura, Ramsay no solo se apoya en un relato tejido casi como un collage de situaciones y emociones, sino que, sobre todo, se entrega a confiar en una Jennifer Lawrence a la que le pide interpretar lo imposible. La actriz va y lo hace, con tal férrea convicción y talento que será imposible que no pelee en los grandes premios de esta temporada. En cuestión de minutos tiene que enfrentar escenas que la colocan como una mujer seductora. Luego graciosamente inestable, luego perturbadoramente inestable, luego feroz, luego atemorizante, luego comprensible, luego tajantemente fría. Su personaje le exige siempre capas nuevas que Lawrence sortea con facilidad. Cuando ya nada parece tener la chance de sorprendernos, le toca asesinar a un perro de un escopetazo (tranquilos: desde un plano sugerido y no mostrado). Cuando ya eso nos parece suficiente, la vemos romper todo un baño con sus manos.

Matate, amor se vuelve, así, casi un tour de force para su absoluto lucimiento, eclipsando todo lo que está a su alrededor, aun cuando hay coprotagonistas de la talla de Robert Pattinson, Sissy Spacey, Nick Nolte. Pero más allá de eso, es una película salvaje y osada, que destaca por su ambición de poner en imágenes la emoción y que destaca mucho más por la potencia con que lo logra.
4/5 = Muy buena
Matate, amor se estrenará en cine a partir del 7 de noviembre y próximamente llegará a MUBI