Hoy hablaremos de la filmografía de uno de los cineastas surcoreanos más influyentes y reconocidos internacionalmente de la actualidad: Park Chan-wook.

Considerado uno de los cineastas más influyentes y reconocidos del cine surcoreano contemporáneo, Park Chan-wook ha construido una filmografía tan impactante como inconfundible. Dueño de un estilo visual poderoso y una narrativa donde la violencia, la culpa y el deseo se entrelazan con una belleza casi poética, el director de Oldboy ha logrado que cada una de sus películas sea una experiencia intensa y emocionalmente compleja. En esta nota repasamos cinco de sus obras más importantes, desde sus primeros trabajos hasta su más reciente película, No Other Choice. Estas son las mejores películas de Park Chan-wook.
Antes de entrar en sus películas, vale la pena detenernos un momento en su estilo. Park Chan-wook (박찬욱) es, sin duda, una de las voces más personales del cine contemporáneo. Su obra combina violencia estilizada con una belleza visual hipnótica, enfrentando constantemente la moral ambigua de sus personajes.
Sus protagonistas no son héroes ni villanos, sino seres complejos, atrapados entre la venganza, la culpa, el deseo y la redención. En su cine, la violencia nunca es gratuita: es un lenguaje narrativo, una forma de explorar dilemas humanos más profundos, y no simplemente un recurso espectacular.
En esta nota hablaremos de cinco películas clave de su filmografía, aquellas que definieron su identidad artística y lo consagraron a nivel internacional. Pero antes, vale recordar los primeros pasos de su carrera, antes del impacto mundial de Oldboy, la película que cambió su destino para siempre.
Park comenzó como crítico de cine y asistente de dirección antes de debutar con su primera película, The Moon Is the Sun’s Dream (1992). En 1997 estrenó Saminjo, una comedia de acción en la que ya podían verse los primeros rastros de su estilo —aunque todavía en desarrollo—. El reconocimiento internacional llegaría en el año 2000 con Joint Security Area, para luego iniciar en 2002 su célebre Trilogía de la Venganza con Sympathy for Mr. Vengeance.

Oldboy es la segunda entrega de la ya mencionada “Trilogía de la Venganza”. La película comienza con Oh Dae-su, un hombre que es secuestrado y encerrado en una habitación durante 15 años sin saber por qué ni por quién. Durante todo ese tiempo recibe comida a través de una pequeña puerta y solo puede informarse del mundo exterior mediante la televisión. Sin contacto humano, poco a poco comienza a perder la cordura… hasta que un día, sin explicación aparente, es liberado.
A su salida, le entregan ropa, dinero y un teléfono celular. Desde ese momento, su único objetivo es encontrar a quien lo mantuvo cautivo y le hizo atravesar ese infierno durante más de una década. La venganza se convierte en su motor, pero Park Chan-wook también explora otros temas como la memoria y la identidad. Dae-su no solo busca a su enemigo: también intenta recordar quién es realmente.
En el aspecto técnico, Oldboy destaca por su paleta de colores fríos, la simetría visual y un montaje excepcional que alterna entre la quietud más tensa y estallidos de pura adrenalina. La película fue galardonada con el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes, entregado por el mismísimo Quentin Tarantino, quien elogió públicamente el trabajo de Park Chan-wook y consolidó su reputación a nivel internacional.

En 2013, Park Chan-wook realizó su primera incursión en el cine de Hollywood, con una película hablada en inglés y protagonizada por Nicole Kidman, Mia Wasikowska y Matthew Goode. El director no perdió su lenguaje cinematográfico en el cambio de idioma; por el contrario, intensificó su estilo visual y acercó su cine a nuevos públicos.
El realizador surcoreano nos regaló un thriller psicológico que se construye de forma pausada, donde el deseo se manifiesta lentamente dentro de una familia en la que la oscuridad se infiltra como un veneno. El deseo prohibido es, en definitiva, el verdadero protagonista.
La historia sigue a India Stoker, una joven solitaria y enigmática que vive con sus padres, apartada del mundo. El día de su cumpleaños número 18, su padre muere, y la vida de India cambia para siempre. Pero no solo por la pérdida, sino también por la llegada de Charles, un tío al que nunca había conocido y que despierta en ella una atracción que no puede ocultar. Charles no solo altera la vida de India, sino también la de Evelyn, su madre. De una forma retorcida, se inicia una competencia entre ambas, mientras a su alrededor comienzan a desaparecer personas sin explicación.
En resumen, Stoker es un coming of age peculiar, en el que India atraviesa su rito de iniciación y despierta aspectos reprimidos, representados de una manera estilizada y perturbadora, como solo Park Chan-wook podría hacerlo. Una película donde los silencios pesan, las miradas pueden matar y la inocencia se desvanece lentamente, entre la belleza y el peligro.

Y si de thrillers psicológicos hablamos, no podemos dejar de mencionar The Handmaiden, una auténtica obra maestra dentro de la filmografía de Park Chan-wook. Una historia en la que el director combina la comedia negra, el drama erótico y una sutil pero poderosa crítica social.
Inspirada en la novela Fingersmith (2002), ambientada originalmente en la Inglaterra victoriana, Park traslada la historia a la Corea ocupada por Japón en la década de 1930, durante el período colonial. Este cambio no solo enriquece la estética visual que caracteriza su cine, sino que además añade una nueva capa política, transformando una trama de romance y engaño en una reflexión sobre colonización, identidad y liberación. Y esa liberación no es solo cultural, sino también sexual.
La historia sigue a una joven coreana contratada como sirvienta de una rica heredera japonesa. Sin embargo, la joven lleva una doble vida, ya que también actúa como espía para su verdadero jefe, el Conde Fujiwara, con la misión de ganarse la confianza de su ama e influir en su elección matrimonial. Pero en el proceso, lo que comienza como un engaño termina convirtiéndose en una relación genuina y apasionada, donde la lealtad y el deseo se entrelazan.
Con esta película, Park Chan-wook ofrece una propuesta en la que el deseo femenino ocupa un lugar central, atravesado por las tensiones entre manipulación, control y poder. En The Handmaiden, el director explora un costado más íntimo y emocional de su cine, donde el amor y la complicidad se imponen como los verdaderos actos de liberación.

Decision to Leave es una de las obras más refinadas, maduras y melancólicas de su filmografía. En primera instancia se trata de una historia sobre venganza que se transforma en un romance. Una especie de neo noir donde la investigación se transforma en una historia de amor (pero sin volverse cursi) y con todos los elementos que un policial debe tener.
La historia sigue a un detective meticuloso y obsesivo que investiga la muerte de un hombre que cayó desde una montaña. Durante el proceso de investigación conoce a la viuda del fallecido y todo cambiará. Entre ambos se desarrolla una atracción contenida, latente. Aunque ella podría ser la responsable del crimen, los límites se borran y los sentimientos afloran. Rompiendo así con el deber. La posición profesional da paso a una relación emocional entre investigador y sospechoso donde cada gesto, silencio y mirada puede tener más de una lectura.
El mismo Park Chan-wook la describe como un “romance detectivesco” —una mezcla entre Vértigo de Hitchcock (director al cual admira) y In the Mood for Love de Wong Kar-wai. Además ganó el Premio a Mejor Director en Cannes ese año, sumado al recorrido por los grandes festivales del mundo.

En No Other Choice, su obra mas reciente, confluyen los dos mundos de Park Chan-wook, quien reafirma su estatus de leyenda contemporánea. Heredero de Hitchcock, De Palma y Polanski, y a la altura narrativa de Fincher, el director de Oldboy fusiona la obsesión por la venganza de sus inicios con la precisión técnica de The Handmaiden y Decision to Leave. El resultado: una obra tensa, elegante y profundamente humana.
Basada en la novela The Ax de Donald E. Westlake, la película sigue a Yoo Man-soo (Lee Byung-hun), un hombre que, tras perder su empleo, descubre que no tiene “otra opción” más que eliminar a quienes amenazan su futuro laboral. Detrás de este thriller, Park traza un retrato feroz del sistema surcoreano y de un mercado laboral dominado por la competencia, el nepotismo y la desesperación.
El director acierta al involucrar a toda la familia en la trama, mostrando cómo incluso quien no quiere hacer daño puede caer en la violencia. No Other Choice explora con ironía la masculinidad, el orgullo y el fracaso, pero también la fortaleza femenina, encarnada por una gran Son Ye-jin. La comedia negra emerge como vehículo perfecto para exponer la moral difusa de sus personajes.
Visualmente, Park demuestra que nadie mueve la cámara como él. Cada transición, cada encuadre y cada ritmo del montaje refuerzan el dilema moral del protagonista. Con No Other Choice, el director surcoreano entrega una obra incómoda y magnética que nos obliga a preguntarnos, una vez más: ¿por qué quiero que triunfe este idiota?

En definitiva, la filmografía de Park Chan-wook es un viaje por los extremos de la emoción humana: venganza, deseo, culpa, poder y redención. Su mirada, siempre precisa y apasionada, convierte la oscuridad en arte y lo moralmente ambiguo en un espejo de nuestra propia naturaleza. Si algo queda claro al recorrer su obra, es que Park no solo filma historias: filma la esencia misma de lo humano.