La película Una muerte silenciosa termina y al espectador aún le quedan dudas de quién realmente mató a Sofía (Sol Wainer), joven que vive en un pueblo de la Patagonia y es asesinada por los disparos de una pistola mauser en una fría noche en el bosque. Los sospechosos a lo largo del relato incluyen a su tío Octavio (Joaquín Furriel), el amigo de éste, Klaus (Alejandro Awada), su novio Julio (Gonzalo Garrido) o su amigo Max (Ramiro Pintor).
Hay una gran huella del cine de Clint Eastwood de principios de los 2000 en la tercera película del director Sebastián Schindel y su protagonista preferido, Joaquín Furriel. En el que es quizás su mejor proyecto de una trilogía que incluyó El Patrón (2013) y El Hijo (2019), este policial patagónico es pesimista y gris. No hay grandes resoluciones, no hay justicia para los personajes o al menos la justicia que se logra está distorsionada. Se sienten ecos de Río Místico o El Intercambio, crueles relatos del legendario director norteamericano, donde la atmósfera pesada prima por sobre los finales tranquilizadores.
Cómo buen policial, uno de los géneros predilectos del séptimo arte por el paralelismo que existe entre los puntos de vista de los sospechosos y la esencia misma del montaje cinematográfico, Octavio, que es guía de caza para turistas yankees, investiga junto a su colega y amigo que ocurrió con su sobrina. Las pistas falsas e interrogatorios se suceden y se regresa constantemente al momento de la muerte de la joven. Todos tienen motivaciones detrás del crimen. Irresponsabilidad, celos, estados alterados, cualquiera podría haber agarrado el arma que es dejada entre la nieve. Y al aparecer los créditos, los espectadores se preguntan quién es el culpable.
El personaje de Furriel tiene insomnio por un accidente en el pasado que lo atormenta, por lo que su punto de vista tampoco es confiable y ahí recordamos al taxidermista de El Aura, otro gran policial argentino con escenarios similares. Se trata de personajes taciturnos, antipáticos, rústicos como el clima en los confines del mundo.
La película además de ser un policial efectivo (hay secuencias prodigiosas, como el hallazgo del cadáver, que tiene reminiscencias a Memories of Murder), también desliza las implicancias de los pactos de silencio. Nada de lo que pasa en la película ocurriría si hubiera total franqueza entre sus personajes. Todos ocultan lo que saben para protegerse a sí mismos o a los demás.
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Una mentira tranquilizadora termina siendo más útil que una verdad conflictiva. Y ahí la película se eleva por la media de varios intentos recientes del género en el cine nacional. Quizás El Otro Hermano, de Adrián Caetano está en la misma sintonía, por sus personajes desagradables y su ambigüedad moral. Cada cierta cantidad de años los directores locales mantienen un género de gran tradición en Argentina y lo actualizan, con sello propio.
Furriel es un gran actor, sus proyectos previos con el director dieron sobradas pruebas de esto; pero sin dudas todo el reparto da lo mejor de sí: Soledad Villamil como una madre desesperada y Awada, como un amigo del que uno desconfía desde el primer minuto, brillan con actuaciones que no buscan opacar al otro, sino complementarse.
Una última pregunta que surge para cualquier cinéfilo local es porque no se hacen más películas en la patagonia. Los escenarios naturales, la nieve, sus vehículos, la vestimenta, el nivel de la producción es excepcional y ni siquiera los cineastas detrás del proyecto tuvieron que filmar fuera del país. Hay algunas escenas con caballos que hacen pensar en un western. Ojalá Schindel agarre este otro género, lo adapte a territorios conocidos, con ambición y ganas de contar historias entretenidas y adultas, inteligentes. Estaremos atentos entonces a lo que hace uno de los mejores directores que dio el país en la última década.

Nuestra puntuación de la película
4.0 out of 5.0 starsFicha técnica
- Una muerte silenciosa (2024)
- Dirección: Sebastían Schindel
- Guión: Matías Lucchesi
- Elenco: Joaquín Furriel, Soledad Villamil, Alejandro Awada, Víctor Laplace, entre otros
- Fotografía: Guillermo Nieto
- Música: Sebastián Escofet
- Duración: 88 minutos
- Nuestra opinión: Muy buena