Al primer visionado, resulta casi inentendible. El blanco y negro demasiado granulado, unos primeros minutos puramente experimentales y un idioma totalmente incomprensible. Sin embargo, no se puede negar que, mirar ‘Persona‘ (1966) supone una experiencia única. De ese tipo de prácticas que necesitan de un cerebro bien abierto, preparado y hasta entrenado. Se haya entendido o no hacia el final, lo que es una de las obras maestras de Ingmar Bergman buscó y encontró su debido lugar en la cultura popular sin pasar por el censor de lo pretencioso.
Y ahí estamos nosotros, como espectadores, dándole play al control remoto del Smart TV, o con el mouse en la computadora, sin prepararnos en lo que estamos por vivir. Se abre la imagen y dudamos si en realidad elegimos bien la película. Pero al chequear, nos damos cuenta de que en realidad es verdad, acabamos de ver un miembro masculino en un largometraje que data del año 1966. Esa es una de las primeras señales de que estamos ante algo que viene a romper las reglas.
‘Persona‘ cuenta la historia de Elisabet Vogler, una actriz que, en plena escena en un teatro, se queda muda. Ante esta situación, es internada en un instituto donde, como parte de la rehabilitación, deberá pasar tiempo con su enfermera, Alma, en una casa de playa aislada. Pero, en realidad, el filme retrata más que eso. Ya que es una de esas cintas que cuenta más de una historia paralela sin siquiera tener que filmarla.
Liv Ullmann y Bibi Andersson en ‘Persona‘ (1966).
El filme está protagonizado por Liv Ullmann y Bibi Andersson y bajo el guion y la dirección de Ingmar Bergman. El director escribió ‘Persona‘ con ambas actrices en la mente, mientras se encontraba recuperándose de una neumonía en un hospital privado de Estocolmo. Fueron en total nueve semanas las que duró el armado y la escritura del guion. Este último, a simple vista, cuenta una historia sencilla y que no requería de mucha producción. Dos locaciones, únicamente cinco actores y un guion corto le valieron a Bergman para realizar el rodaje sin problema alguno.
Es justamente gracias a la simplicidad del producto, lo que le permite al autor expresarse en su totalidad, experimentar y contar una historia con infinitos puntos de partida. De ‘Persona’ pueden surgir miles de interpretaciones diferentes que, a su vez, todas tendrán razón. Lo cierto es que no existe una única verdad, y una manera exclusiva de ver el filme. Sino que surge una coexistencia de temáticas y sentidos que conviven en un solo largometraje. En otras palabras, estamos ante un filme muy difícil de desmenuzar.
En una primera instancia, haremos reparo en una de las principales preocupaciones de Bergman como cineasta: la identidad humana. Siendo su carrera principalmente compuesta por dramas y melodramas, ya es moneda corriente que, al enfrentarse a una del director, nos encontraremos con una sobrecarga de conflictos internos. Uno de ellos siendo la identidad. En este caso, se expone una falta de identidad: tanto del hijo abortado y odiado (que, al no haber nacido, pierde su identidad) así como la de su madre (suponiendo que sigamos la interpretación de que ambos personajes femeninos son, en realidad, la misma persona).
Si perseguimos esa bajada de linea, nos encontramos con otro de los ejes centrales de ‘Persona‘: la liberación femenina. Ambos personajes protagonistas, ambos siendo mujeres, buscan esa reinserción en sus vidas (en la sociedad). El personaje de Elisabet necesita recuperar su voz para continuar con su trabajo. Mientras tanto, Alma, busca recuperarse de un aborto y perdonarse a sí misma, aceptando lo que es hoy. Lo cierto es que no hay respuesta oficial. Es decir, estas mujeres pueden ser tanto la misma persona como pueden ser dos individuos diferentes que proyectan entre sí lo que en realidad quieren ser.
Ahí es donde nos topamos con esta coexistencia de abordajes hacia este largometraje, que permiten que ‘Persona’ siga siendo objeto de estudio y de análisis. Y que cada vez se multiplican, debido a la llegada de nuevos espectadores, y con ello, nuevas reinterpretaciones sobre la obra. Esto hace, junto con muchos otros factores más, que Ingmar Bergman aún siga viviendo en cada una de las retinas de nosotros. Su legado no es otra cosa que una filmografía digna de explorar lo más profundo de las relaciones humanas y los conflictos internos.
La carrera de Bergman se trata de un pozo sin fin, donde se pueden obtener un millar de respuestas, como así la misma cantidad de preguntas. Una exploración personal bajo un sello artístico que sirvió de puntapié para marcar una huella en el séptimo arte. Y ‘Persona’ no es la excepción.