Ya vimos el primer episodio de la segunda temporada de Severance, una de las grandes producciones de Apple TV+ que causó sensación en 2022, y no defraudó ni un segundo. Tras una larguísima espera, la serie finalmente regresó con toda su aura característica el pasado 17 de enero, y ahora podemos disfrutar de los 10 episodios que se estrenan cada viernes en la plataforma.
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Después de un buen tiempo, finalmente podemos decir que qué bien se siente haber vuelto a los fríos y sombríos pasillos de Lumon, que parecen más hipnóticos que nunca. Las expectativas eran altísimas después de ese final tan impactante de la primera temporada, y han sido superadas. Ben Stiller demuestra una vez más que su destreza técnica sigue superándose: esa primera secuencia de Mark (Adam Scott) corriendo por los pasillos al estilo Tom Cruise en alguna Misión Imposible es pura adrenalina. Resulta que el oficinista está en su propia misión de encontrar a sus tres compañeros. Esos primeros minutos, con la cámara jugando con picados y puntos de vista, son una prueba más de que esta serie no es solo un compendio narrativo, sino una experiencia inmersiva.
Pero como toda buena serie, Severance no nos da la comida en la boca. Por supuesto que no retoma exactamente donde habíamos quedado, sino que redobla la apuesta con más intrigas y misterios. El Sr. Milchick (Tramell Tillman), con su sonrisa más blanca y estoica que nunca, recibe a Mark y le explica que ya han pasado más de cinco meses y que sus compañeros no han querido regresar. Es en ese momento cuando la trama comienza a incomodar, ya que esa oficina, que fue testigo de una fuerte amistad, se ve interrumpida por tres extraños. Un trío de raros entrañables que aportan la dosis justa de humor absurdo. Ellos son un genial Bob Balaban (Asteroid City) como Mark R, en lugar de S; Alia Shawkat (Parpadea dos veces); y Stefano Carannante.
Pero si quedaban dudas de que Severance es una sátira al mundo corporativo, este episodio lanza un comentario aún más mordaz. No queda lugar para la suavidad. La vicegerente resulta ser una niña que no aparenta más de diez años. Cuando aparece el juego de la pelota roja otra vez, dónde la simbología del poder y simetrías queda expuesta.

Afortunadamente, el innie de Mark despierta y rescata el aire revolucionario que nos conquistó en la primera temporada. Tiene el propósito claro de encontrar a sus compañeros, que por suerte lo consigue. Finalmente regresan con esa química que tanto nos conquistó: Mark, Irving (John Turturro), Dylan (Zach Cherry) y Helly (Britt Lower), digo los innies, son la verdadera alma de la serie. En este primer episodio, se cimenta la atmósfera que reinará en los pasillos de Lumon. La separación entre los mundos del exterior e interior pareciera estar más intrincada. Son los mismos innies, quienes ahora pueden decidir quedarse o no al finalizar el día y se encuentran atrapados por el deseo de permanecer dentro de Lumon, de radicar en esa amistad.
El detonante de todo es un video de reorientación en stop motion, lo más hilarante del episodio. Se nos habla del ‘levantamiento de macrodatos’, donde Kier se presenta como el redentor, donde Lumon perdona y escucha, a través de la inconfundible voz de Keanu Reeves, una linda sorpresa. Este video funciona como un aparato de lavado cerebral, en el que se siembra la duda y la lealtad de los innies. Su amistad parece ser lo único que los mantiene unidos, una unión que, como dice Irving, detiene el sufrimiento.
Lo más desconcertante es que Lumon ahora parece “confiar”, ya no hay cámaras ni micrófonos (aunque finjamos demencia). Todos hablan sobre lo que sucedió arriba, pero la única que oculta la verdad es Helly. En este pequeño detalle, se establece el primer gran interrogante: ¿qué oculta este personaje? Lo que está claro es que, entre las sombras, se insinúan celos de Helly hacia Mark y su esposa, la señora Casey. Es posible que estemos ante una triangulación amorosa que pinta jugosa.

Aunque el episodio no fue un apéndice de la adrenalina que nos dejó bombeando en el cliffhanger del final de la primera temporada, sí consiguió ser una muestra de que Severance es un tablero de atmósferas donde cuela la intriga. El ritmo fue certero y nos permitió saborear con tranquilidad el regreso a este universo de. Con un escenario visual único y absorbente, Dan Erickson y Ben Stiller, demuestran que aún queda mucho por descubrir en este laberinto distópico.