La sexta temporada de Black Mirror, ya se encuentra disponible en Netflix con 5 nuevos capítulos que buscan reafirmar el concepto que nos ha dejado las primeras temporadas de la serie. Ante las críticas hacia las temporadas 4 y 5, la producción parece haber escuchado a su público. Crearon 5 historias diferentes en donde el terror psicológico, el sentido de humor perverso y la crudeza, no la hacen apta para todos son los protagonistas.
En el universo de Black Mirror se pueden ver los tópicos que desean abarcar desde distintos puntos de vista. Como lo es la privacidad, la realidad aumentada, la obsesión, entre otros. Pensada desde un futuro no muy lejano, con la tecnología que no para de avanzar y la crueldad de los seres humanos, son temas que al ser analizados en profundidad son bastantes escalofriantes. Más si los vemos desde un entorno de cotidianidad. Y mucho más, si llegamos a pensar que «podrían suceder de verdad».
El caso del primer capítulo Joan is awful o Joan es horrible, en donde vemos a una mujer (Annie Murphy) convertida en la protagonista de una serie de ficción que la retrata como el peor ser humano de la Tierra. Streamberry, la parodia de Netflix en el universo de Black Mirror, recrea su vida pero con ciertas distorsiones lejanas a la realidad.
A medida que avanza el episodio, Joan se reúne con su abogada, quien le revela que, básicamente, ha autorizado a Streamberry a hacer uso de su imagen cómo y cuándo lo deseen. Haciendo una clara crítica a los términos y condiciones de usuario, algo que muchos no leemos al registrarnos en plataformas y sitios webs. Nos muestra una violencia de la invasión de la privacidad y la poca noción que hay del mismo. Toma una situación cotidiana como anomalía y experimenta con ella dando como resultados la sensación en el espectador de un error inminente y una sociedad cegada por su ego y la tecnología.
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EL MEJOR CAPÍTULO
Considero que uno de los mejores capítulos ha sido Beyond the sea, en donde recorre un terreno ya conocido por la tecnología, pero la crítica atraviesa la ética sobre su correcto uso. Nos lleva a cuestionarnos cual es el límite. En esta historia el director John Crowley logra lucirse en donde sus personajes interpretados por Aaron Paul, Josh Harnett y Kate Mara profundizan sobre los viajes en el tiempo y espacio, la existencia de la concepción de las posibilidades dentro de una misma realidad.
El capítulo juega con la mente del espectador, en el cual por momento parece predecible. Pero te sorprende con una trama aún más cruda y te hace pensar en las decisiones de los seres humanos en la que se juega a ser Dios. Tomando decisiones en consecuencias del otro. El ser humano puede ser amable y bondadoso, pero, ¿qué pasa si su egoísmo es más grande que todo?


En el 2011, Black Mirror llegó con una propuesta que nos desconcertó a todos, desde la crítica social hasta la advertencia hacia el futuro. Cada historia fue construida a su medida y ha cumplido su objetivo de tenerle miedo a lo desconocido. Tomando como puntos la tecnología y la capacidad y perversión del ser humano con la misma.
Esta nueva temporada, recupera en parte lo que fue esa idea inicial. Sin embargo, entiendo que no ha cumplido del todo su objetivo. Por momentos existe una especie de fragilidad en el arco narrativo. Allí se podría haber explorado más, pero la decisión ha sido finales más sencillos. Black Mirror no volverá a llegar a su punto más alto. Pero esperamos que puedan seguir construyendo historias de los futuros distópicos atravesados por la naturaleza humana.