Alice Diop, ya experimentada documentalista, debutó ahora con una ficción que ganó el premio a Mejor Opera Prima en el Festival de Venecia. Saint Omer es precisamente una historia desde el punto de vista de un testigo, como si se tratara de un espectador frente a un documental recibiendo algunas piezas del caso y deduciendo otras. El film es potente, reflexivo, por momentos asfixiante. Un judicial que no llega a thriller, algo raro de ver.
Saint Omer (2022). Dirección: Alice Diop. Guion: Alice Diop, Amrita David y Marie NDiaye. Elenco: Kayije Kagame, Guslagie Malanda, Valérie Dréville y Aurélia Petit. Fotografía: Claire Mathon. Edición: Amrita David. Duración: 2 horas 2 minutos. Nuestra opinión: Buena.
Rama (Kayije Kagame) es una periodista y escritora que se encarga de escribir pequeñas novelas basadas en casos policiales reales. Por ello, viaja para presenciar el juicio de una mujer que mato a su hijo y que alega no saber el motivo. Este fue un hecho real en el cual una madre dejo a la orilla de una playa a su hija de 15 meses. Laurence Coly (Guslagie Malanda, de gran actuación) es interrogada por una jueza y los abogados. Confirma y admite su crimen, pero no logra explicar que le paso por la cabeza. Ambigua, se refugia en la idea de que un demonio apoderó su cuerpo.
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Diop dedica prácticamente todo el film a este proceso judicial. Con encuadre quietos deja presenciar todas las palabras, los silencios y suspiros de la acusada, los testigos y abogados. Rara vez vemos a Rama, pero cuando esto sucede notamos algo raro en ella. Una incomodidad constante. El caso le trae recuerdos de su propia relación con su madre. Quizás no sea con la misma gravedad, pero esto puede tejer hilos con este juicio. Hay una infancia marcada. Y ahora, que ella está embarazada, tiene el miedo de repetir los mismos comportamientos.
Saint Omer de Alice Diop es una película que pone en aprietos al espectador. Por un lado, el caso toca las fibras de cualquiera. Es culpable, pero ¿qué tan culpable? El solo hecho que esa pregunta vuelve por nuestra cabeza habla de un gran guion. Sin embargo, la realización se hace muy pesada. El empeño de Diop en respetar los planos estáticos hace que uno se vea en la necesidad de mendigar un movimiento.
