Uno de los primeros planos de ‘Pleasure’, de Nynja Thyberg (de estreno reciente en Mubi) es el de la protagonista Bella Cherry (la debutante Sofia Kappel), afeitandose con una gillete prestobarba la zona del pubis. Su vagina, sus labios, se ven claramente, pero sin intención érotica alguna. Poco después, vemos la primera escena de sexo: tiene una música incidental operistica, se ven las caras de goce y las clásicas frases de una filmación porno, pero todo tiene un punto de vista onírico, de ensoñación, de desconexión de la realidad.
Pleasure (2022). Dirección: Ninja Thyberg. Guion: Ninja Thyberg y Peter Modestij. Elenco: Sofia Kappel, Zelda Morrison y Evelyn Claire. Fotografía: Sophie Winqvist Loggins. Edición: Amalie Westerlin Tjellesen y Olivia Neergaard-Holm. Música: Karl Frid. Duración: 109 minutos. Nuestra opinión: Buena.
La directora sueca va y viene entre estos dos puntos de vista: el clínico, frío, para mostrar lo que es realmente trabajar en una industria como la pornográfica y el «elevado» para darle una cualidad de fantasia, el sueño del sexo con mujeres bellas sin consecuencia alguna. La máxima fantasía masculina.
Todo el tiempo la directora muestra como estas mujeres «objeto» transitan por el trabajo sexual registrado. Las hacen firmar papeles de consentimiento, les piden desvestirse en reuniones de trabajo para ver sus cuerpos, son el centro de la escena, básicamente no hay películas sin ellas. Sin embargo su trato es parecido al de trabajadores sin rostro, solo valoradas por sus culos y tetas.
Pero la película no es tampoco un panfleto feminista. La realizadora del país nórdico elige mostrar antes de denunciar o declamar. Porque la idea más vital que busca resaltar es la del consentimiento en las relaciones sexuales. Hay tres escenas vitales que muestran esto. En su primera filmación, Bella se siente nerviosa y duda de participar. En una charla franca con el equipo de grabación, se anima y todo sale bien.
La segunda escena involucra sadomaquismo, cuerdas y pinzas. Ahí el trato con el resto de su equipo es claro, siempre le consultan los si o los no, les avisan de los riesgos. Esta acompañada por varias personas, que le preguntan si están bien. Termina siendo la filmación en la que la protagonista mejor se siente.
|Te podría interesar: CRÍTICA DE ‘SPIDERHEAD’, DE JOSEPH KOSINSKI CON CHRIS HEMSWORTH Y MILES TELLER (NETFLIX)
La tercera escena de ‘Pleasure’ es básicamente un abuso sexual. Bella participa de las clásicas filmaciones de «hardcore», sexo violento, con otros tres hombres. La agresividad del trato de los varones ( insultos, gritos, cachetadas), la hace parar la filmación. Ella llora, pide no continuar. El equipo de filmación la presiona, la responsabiliza por no cumplir con su trabajo. Termina la escena, completamente humillada.
El porno ha cambiado. Se pasó de revistas escondidas debajo de las camas, pasando por Film Zone y sus películas «softcore» que no mostraban penetración, a la era de internet y x videos. Esta última etapa ha visto la proliferación de un sub género de «sexo violento» (rough scene) donde se humilla y maltrata la mujer, donde el consentimiento y deseo mutuo parece no existir.
Sexo y consentimiento van de la mano: el placer entre dos personas siempre debe admitir las mismas reglas, partir desde el mismo terreno común e incluso es automático: si la persona dice que no va más, hay que respetar eso. La idea detrás del «rough scene» puede admitirse como una fantasia del «vale todo», del sexo sin límites, pero tiene raíces más arraigadas en una fantasia de violencia sin límites hacía la mujer, de dominación y destrucción de la mujer como objeto.
¿Por qué Pleasure entonces no es una gran película, sino tan solo una buena opera prima? Todas estas ideas y escenas aparecen solo en la primera hora. El resto del metraje ahonda en las idas y vueltas de la industria, de cómo se abre paso Bella en un mundo despiadado y frío. La verdad, no es distinto de otras historias del «éxito a pesar de todo», que nunca resulta del todo convincente. Bella parece no gustarle todo el asunto a fin de cuentas. Cualquiera con dos dedos de frente entiende que un mundo así, el del sexo como negocio, no suele ser el mejor para las mujeres, donde el consentimiento es constantemente transgredido, donde a la mujer se la entiende como sujeto y como objeto dependiendo de quién está en el cuarto con ellas. La mayoría del tiempo son hombres: viejos, jóvenes, con cámaras, gordos o musculosos, de descendencia africana o caúcasicos.