Antes de iniciar cada proyección de la actual edición 38° del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, se ven distintos clips con escenas de películas censuradas durante la última dictadura militar argentina. La campaña apunta a dar memoria y visibilidad a las cosas que ese gobierno de facto no quería que la gente viera, y a cuestionar desde la actualidad los criterios de lo que era visto como incorrecto o impropio. Pero también ayuda a poner en debate el sentido y la libertad del arte, y las legislaciones morales de cada país y cada época. Algo que quizás tiene su correlato directo en la decisión de que Censor, de Prano Bailey Bond, forme parte de esta edición puntual.
El film (que puede encontrárselo en el submundo de internet) habla justamente de las películas y los censores. Lo hace llevándonos a la década del 80, en pleno auge de los VHS y la democratización audiovisual, donde en Gran Bretaña se había generado una psicosis por las consecuencias de las películas de terror violentas que, se temía, podían despertar en el espectador deseos de cometer crímenes. Motivo por el cual existían censores como Enid (Niamh Algar), nuestra protagonista, que está atravesada por un pasado traumático y por un presente viendo las imágenes de asesinatos y violaciones que solo ella ve antes de prohibir… Censor abre así un planteo: si esas imágenes videonasty se prohíben por lo que pueden generar, ¿qué pueden generarle a los censores que las miran?
Con una temática así de interesante, el resultado de la película no terminó de convencerme debido a un guion que termina resultando previsible desde sus inicios. Igualmente, lineal, obvio y carente de sorpresas en su desarrollo. Resulta hasta paradójico que un film que explora el cine de terror de los ochenta respira un desarrollo narrativo que parece sacado de las más flojas películas de esa época. Proponiéndose como una cinta de desarrollo de personaje, se siente algo torpe en ese campo, y tampoco termina de explotar acertadamente cierto carácter de cine bizarro con el que coquetea, sin profundizar.
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Pero no todo es irregular en Censor. Prano Bailey Bond sí acierta en la estética que le imprime al film, en la que juega con los formatos cinematográficos (VHS, super 8, fílmico, digital), con las texturas analógicas, con los rewind, los record-over-record, los videos de ruido blanco, y también con una colorimetría que siempre da en el clavo del momento narrativo de la historia. Incluso, también resulta atractivo cómo -voluntaria o involuntariamente- Censor da un panorama de los estilos de horror más emblemáticos del género: hay secuencias de terror folk, terror bizarro, terror slasher, terror psicológico y hasta pistas de ese terror surreal que tan bien realiza David Lynch; de quien la directora se confiesa fanática.
Quizás la próxima película de Bailey Bond llegue sin los problemas de desarrollo de historia de Censor. Hay material para creerlo, porque se tratará nada más ni nada menos de la adaptación del excelente Las cosas que perdimos en el fuego, de la argentina Mariana Enríquez.

FICHA TÉCNICA
Censor (2021). Dirección: Prano Bailey-Bond. Guion: Prano Bailey-Bond, Anthony Fletcher. Elenco: Niamh Algar, Michael Smiley, Nicholas Burns, Vincent Franklin, Sophia La Porta. Fotografía: Annika Summerson. Edición: Mark Towns. Música: Emilie Levienaise-Farrouch. Duración: 84 minutos. Nuestra opinión: Regular.
Esta crítica forma parte de nuestra cobertura del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 38