No es una película argentina más. Desde su hora cero, el film de Ana García Blaya tuvo un aura singular. Porque la película fue el primer proyecto de Orsai Cine: un sistema mediante el cual cualquier persona podía aportar al financiamiento de la producción y, a cambio, a través de una plataforma especialmente diseñada, se les permitia tomar decisiones creativas mediante encuestas. De esta forma se eligieron a los protagonistas del film, se participó de reuniones de las distintas áreas de la película, y se pudo hacer sugerencias sobre el proyecto.
La uruguaya contó, así, con 1961 socios productores. Y tras este primer éxito, Orsai Cine abrió luego nuevos proyectos como la primera película dirigida por Diego Peretti, la miniserie Canelones (protagonizada por Verónica Llinás y Dario Barassi), una comedia negra creada por Pedro Saborido y Diego Cappusotto, un drama de época comandado por Felipe Pigna, una comedia romántica comandada por Tamara Tenenbaum y, hasta una serie animada hecha por el Dibu Martínez y Liniers. La mayoría de ellos están aún en fase de financiamiento, así que quien esté intrigado en sumarse, puede hacerlo.
Pero volvamos a La Uruguaya, que tampoco era una película más por las expectativas que generó. El film parte del muy buen libro de Pedro Mairal, y está dirigido por Ana García Blaya, realizadora de la genial Las Buenas Intenciones. También, viene de un fructífero paso por el Festival de Cine de Mar del Plata, donde se alzó con la estatuilla a mejor dirección.
El resultado de la película está a la altura de lo que la propuesta venía generando. García Blaya construye una adaptación que recrea el alma de la novela de Mairal. Donde está la comedia, el romance fascinado de Lucas por “la uruguaya” y el sentimiento de juventud y libertad que cualquier turista siente cuando está de viaje. También la mirada mordaz hacia Argentina y la relación entre los países rioplatenses.
Si el film logra traducir cinematográficamente el libro con éxito es gracias a dos elementos que son claves. Por un lado, la fotografía exquisita que aprovecha los paisajes uruguayos para crear los climas y estados emocionales de los personajes. Por el otro, la destacable actuación de Fiorella Bottaoli en el rol femenino principal.
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Fiorella traduce y da vida a una criatura literaria que era magnética. Al traerla al cine, la saca del imaginario y le da un vuelo mucho más tangible a los sentidos. Bottaoli es Magali Guerra, con toda su complejidad, sus contradicciones, su seducción y su misterio. En una historia que gira esencialmente alrededor de la fascinación que genera esa mujer de Uruguay, lograr eso, es tener la película ganada.

