

La historia de un gigante en el país vasco con la primera guerra Carlista de fondo, es cuando menos inusual en el panorama cinematográfico. Es una historia diferente. Pero ahí es donde va el director. Al corazón del diferente, a relatarnos las sensaciones distintas, a conocer los sentimientos de aquellos marginados por la sociedad y por lo establecido como normal.
Puntuación: Muy buena
Lo que más me llamó la atención cuando me acerqué a este relato, fue descubrir que se basaba en hechos reales. Pensar que este gigante entrañable existió y que parte de las vicisitudes que nos relatan de su vida, fueron reales, me hizo sentir ternura, cariño y empatía hacia un personaje tan extraño como magnético.
La familia intenta explotar las características del gigante, pero él solo sueña con llevar una vida corriente, una vida sencilla. Aquí entramos en las contradicciones del ser humano. Muchos soñarían con el estrellato, la fama, el dinero, pero con cuidado con lo que se sueña, porque quizá acabemos añorando aquello que teníamos: la simpleza, el hogar, la familia.
La historia transcurre sin grandes hazañas pero transmite sinceridad y transparencia. Hacen películas que lleguen al corazón sin grandes artificios, sólo con la ayuda de los diálogos, los personajes, los sentimientos. Qué importante es eso: contar historias con sentimientos.


Se llevó algunos premios Goya en el 2018 entre ellos el mejor actor revelación para ese Joaquín, ese gigante, interpretado con alma por Eneko Sagardoy; y un guión original lleno de emoción y verdad.
Así que no me queda más que animaros a ver este tipo de cine diferente, real, que destila verdad y transmite emociones. A mí por lo menos me llena y es lo que suelo buscar cuando me acerco a una pantalla (grande o pequeña): historias que me emocionen.