

Durante 2019, desembarcará en Netflix la tercera temporada de La casa de papel, así que aprovecho y reflexiono sobre las dos primeras temporadas y el inmenso impacto mundial que ha tenido la serie.
Una serie que empieza con un ritmo lento, pero que va atrapando y explota en una gran y espectacular aventura que difícilmente se puede borrar de la memoria de los espectadores.
Porque a estos ladrones con alma se les coge cariño. Como ellos mismos planean, el espectador se pone de su parte, queriendo que el atraco sea todo un éxito y que consigan sus fines. Al fin y al cabo, no nos están robando. Solo roban al poder.
Y el gran acierto de la serie es el reparto perfectamente escogido. Ellos tienen cada uno su momento. Cada capítulo muestra un poco del alma de cada uno de los personajes, para que vayas enamorándote de ellos, y todos ellos se hagan indispensables para la trama: Helsinki, Tokyo, Nairobi, Denver, Moscú, Berlín, Rio y el Profesor son la esencia de la serie.
Los triunfos internacionales han sido muchos hasta llegar al Emmy. Ese es el poder de Netflix. El pasar de una serie de una única temporada en Antena 3, a tener dos temporadas en Netflix y prepararse otras dos temporadas que desembarcarán durante 2019-2020.
Yo, por lo menos, estoy deseando ver las nuevas aventuras de estos ladrones, que no se limitaron a robar dinero sino también nuestros corazones y nuestro interés seriéfilo.