

Hablar de relatos de Stephen King son siempre palabras mayores. Siempre sus historias trasladadas a la gran o pequeña pantalla causan gran expectación, ya que sus seguidores son millones por todo el mundo. Y sus historias tienen algo que consiguen conectar siempre con el espectador.
Puntuación: Excelente
En este caso se nos habla de un asesino en serie, psicópata, con grandes traumas personales pero con una inteligencia que se sale de lo normal. Una mente prodigiosa capaz de solucionar e inventar todo lo relacionado con la informática pero que quiere pasar a la historia y ser recordado por algo más trágico e inhumano.
Su camino se cruza con un policía que al principio está en activo pero a lo largo de la primera temporada (vamos, ya en el segundo capítulo) está jubilado y obsesionado con ese caso que no pudo resolver y que tiene pendiente de cerrar.
Ellos dos juegan al juego del gato y el ratón toda la primera temporada, en un juego donde uno intenta demostrar que nadie es más inteligente que él y el otro solo quiere conseguir descanso, paz y honor para esos asesinados tan miserablemente.
En ese juego, los dos perderán mucho, más de lo que esperaban y de lo que podían imaginar, y les convertirá en otro tipo de personas. El policía sin perder su honorabilidad, se convierte en alguien más tocado, más loco, en su intento de conectar con la locura de su antítesis.
El villano, por su parte, se convertirá en alguien más inestable, perdiendo seguridad, vulnerable y demostrando que hasta el peor villano, el más loco puede llegar a tener sentimientos (esto quizá se aborda más durante la segunda temporada).


Pasamos de una primera temporada llena de locura y de dolor, a una segunda llena de venganza. En la segunda temporada, todos los personajes buscan venganza, y algunos incluso hallan el descanso.
Muy recomendable este acercamiento a Stephen King, con una primera temporada excelente y una segunda que aunque baja un poco el nivel conseguido en la primera, mantiene el pulso y se acerca más a los personajes secundarios, que terminarán brillando con luz propia.