

Polar tiene una estética brillante, una fotografía cautivadora y un empaque visual muy atractivo. Hace que te acerques al producto con una gran esperanza de ver algo que vaya a transmitir y emocionar; pero por lo menos en mi caso, no se produce una gran emoción, solo una admiración mayúscula para el director de fotografía y para el responsable de casting.
Por el resto, se merece un gran tirón de orejas el guionista, donde se producen grandes lagunas como la conexión de los personajes de Black Kaiser y Vivian, el pasado de Camile, por qué Porter actúa como actúa con Black Kaiser, etc. No soy seguidor del cómic, pero estoy convencido que todo estará mucho mejor enlazado.
Otro tirón de orejas al director. Teniendo un reparto como el que tiene, debería haber sacado mejor partido de unos intérpretes que en su gran mayoría están muy correctos, pero que no pueden llegar a sacar todo su potencial, quizá porque la historia no da para más.
Me quedo con ganas de ver a una Katheryn Winnick en otro rol que en Vikingos, y explorando ese lado de femme fatale que se dibuja pero no se exprime en el filme. También me quedo con muchas ganas de ver a un Mads Mikelsen en un papel opuesto a Hannibal, aquí mucho más contenido si cabe, con trazas de bondad y explorando una faceta de héroe de acción que no se acaba tampoco de definir.
Quizá para mí el más brillante del reparto sea Matt Lucas, porque acostumbrados a verlo en registros de comedia, verlo hacer un personaje tan sádico impacta más en el espectador. Consigue un equilibrio perfecto entre la ironía, la maldad y el aire comiquero.
Una película con muchos fallos, pero que es fácilmente digerible. Netflix sabe como promocionar sus productos y probablemente será todo un éxito. Pero desde luego, no pasará a la historia del cine.