“¿Y qué voy a hacer? Me voy pal coño”, le dice una chica a Andrés. Ella se refiere a irse del país. Una aventura obligada que ha sufrido el venezolano promedio a estas alturas. Para Andrés, un músico frustrado, parece que esa no es una opción. Se obliga a sí mismo a salir de la adversidad, y a transitar por un proceso creativo en aguas turbias. Yo y las bestias, primer film de Nico Manzano, es un retrato melancólico con fracciones musicales.
Yo y las bestias (2021) Dirección y guion: Nico Manzano. Elenco: Jesús Nunes, Gabriel Agüero, Estefanía Quijada, Irving Coronel. Fotografía: Nico Manzano. Edición: Alan Ohep. Sonido: Erik Aldrey. Música: Nika Elia, Nico Manzano, Christian Mijares. Duración: 78 minutos. Nuestra opinión: Buena.
Andrés renunció a su banda indie por diferencias políticas. Su trabajo en un laboratorio no lo hace feliz. Y por si fuera poco, cada vez más amigos y colegas deciden emigrar de Venezuela. Bajo ese panorama decide lanzarse como solista y armar su propio álbum. Es ahí cuando se le presentan las bestias. Dos enigmáticas personas con vestido amarrillos que no dicen una palabra pero cuentan con los diferentes ritmos sonoros que necesita el protagonista. Sin embargo, nada será fácil, porque para él parece ser todo más complicado. Siempre hay algo o alguien que le agrega una piedra más a su camino.
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De Yo y las bestias hay que destacar el tratamiento hacia la situación política social de Venezuela. El régimen de Nicolás Maduro es bien conocido por todos. Parece lógico pensar que cualquier presentación artística contemporánea que venga del país caribeño, estará inundada de referencias directas hacia la situación. Sin embargo, Manzano juega con conversaciones sueltas, discurso en las radios, venta de obamas (dólares), charlas con policías y más, para contextualizar al público extranjero.
En la cinta se le da mucha importancia a la música, tanto que por la cantidad de canciones parece la presentación de un álbum. Es inevitable pensar que podían convertir todo este material en una serie de videoclips en vez de una película. Y es que el final es insulso y no va hacia ningún lado. Hay una corriente moderna en el cine indie de hacer film que no llegan a ningún puerto, como si el arco argumental no existiera. Yo y las bestias padece de esa enfermedad. Lo que es un lastima, puesto que el personaje de Andrés esta tan bien logrado que dan ganas de saber más de él.