El guion que nadie quería, fue pasando de mano en mano, hasta que cinco años atrás Ben Stiller quedó maravillado con la historia de ‘Severance’, creada por Dan Erickson. Posteriormente llevó el proyecto a Apple TV+ y para comienzos del 2020 ya tenían todo preparado para arrancar el rodaje. Nadie esperaba que una pandemia apareciera en escena y frenase todos sus planes. Sin embargo, Stiller señala que ha pesar de haberse demorado el estreno de la serie, la pandemia permitió profundizar en el eje más importante de esta distopía: el balance entre la vida y el trabajo.
‘Severance’ (2022). Creador: Dan Erickson. Dirección: Ben Stiller y Aoife McArdie. Elenco: Adam Scott, Zach Cherry, Britt Lower, Patricia Arquette, Christopher Walken, John Turturro, Tramell Tillman, Jen Tullock. Música: Theodore Shapiro. Duración: 9 episodios de 60 minutos. Nuestra opinión: Excelente.
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En este escenario distópico, la mega corporación Lumon ofrece un procedimiento quirúrgico llamado “Severance”, que permite, a través de la implantación de un chip, separar la vida personal de lo laboral. De esta manera, cuando los empleados de Lumon ingresan al ascensor (esos umbrales que la ciencia ficción ama), el chip se activa logrando que no recuerden absolutamente nada de su vida personal. Dentro del trabajo, ninguno sabe si tiene familia, dónde viven, o incluso qué les gusta hacer. Una vez que terminan su horario laboral, vuelven a tomar el ascensor y olvidan por completo qué es lo que hacen en su trabajo o quiénes son sus compañeros. Esa es la idea central de ‘Severance’: la división.
Ahora bien, esta premisa que para muchos puede ser un gran alivio, funciona como un infierno del cual los protagonistas no pueden escapar. De hecho, el primer episodio ‘Good News About Hell’ abre con un prólogo de cinco minutos dónde se hace la pregunta fundamental de la serie: “¿quién eres?”. Las referencias en relación al lugar de trabajo como un infierno es una de las claves para entender lo que le pasa a este grupo de compañeros.
Todo cambia con la llegada de una nueva empleada, Helly R. (Britt Lower), quien se niega a seguir trabajando para Lumon y es la única que ve las cosas como realmente son, mientras que sus compañeros Mark S. (Adam Scott), Irving B. (John Turturro) y Dylan G. (Zach Cherry) irán despertándose despacio del sueño de la corporación: trabajar sin parar para tener beneficios como una waffle party, cupones de descuentos, fotos grupales, o pisapapeles luminosos de regalo. Helly intenta escapar de la oficina y sus interminables pasillos laberínticos, e incluso trata de pasarse un mensaje a su yo fuera del trabajo (outtie). Sin embargo, esto es imposible no sólo por los detectores con los que cuenta la empresa, sino también, porque su outtie, que es quien da el consentimiento para someterse al procedimiento, no permite que su otro yo en el trabajo (innie) deje de ir a la empresa.


Estos compañeros de oficina, el grupo de Macro Data Refiners (aunque no se sabe exactamente qué se refina, y todos tienen sus hipótesis conspirativas al respecto), están atrapados dentro de la corporación, que funciona a modo de panóptico, es decir, de una estructura dentro de la cual son observados y vigilados constantemente. La serie genera una reflexión interesante sobre el trabajo, puntualmente con varios guiños a las corporaciones, a cómo tomamos y absorbemos el discurso informal con el que buscan empatizar con el empleado, y en cómo a partir de la recompensa por objetivos cumplidos, terminamos transformándonos en esclavos del sistema. Esto se profundiza aún más si tenemos en cuenta el caos que implicó la pandemia en términos laborales: las reuniones de trabajo por zoom se mezclaban con la vida hogareña, las actividades cotidianas o de cuidado familiar que se dejaban entrever por un rectángulo en la pantalla; en el cual además, podíamos observar la vida e intimidad de otros compañeros a través de sus propios rectángulos.
La idea de la división está excelentemente bien ejecutada no sólo desde el guion y la relación entre el binomio innie/outtie de cada personaje (hermosamente representado en la apertura), sino también en los planos simétricos que abundan sobre todo en los primeros capítulos, pero que se convierten en una marca característica a lo largo de toda la temporada. También existe una marcada división que vemos entre la oficina y el resto de los espacios. Dentro del trabajo es como si estuvieran en los setenta: el diseño de las computadoras, el mobiliario, las alfombras e incluso la música están anclados en el tiempo, lo cual contrasta con el exterior en donde vemos que tanto la ambientación como el decorado son acordes a nuestra propia realidad. A su vez, los colores del primer prototipo del chip de Severance, azul y verde, aparecen constantemente contrastando en alfombras, vestuarios y en la misma decoración.


Algunos guiños humorísticos que se asoman entre episodio y episodio recuerdan a ‘The Office’ (2005-2013), algo de ‘Eternal Sunshine of the Spotless Mind’ (2004) que también trabaja con la idea de borrar recuerdos, y por supuesto, ‘Truman Show’(1998), ‘1984’(1984) y la serie británica ‘The Prisoner’ (1967-1968) que claramente han servido a modo de inspiración.
La serie tiene un ritmo atrapante que hace que no podamos dejar de verla, la dirección de Stiller (que dirige seis de los nueve episodios) y McArdie es completamente acorde a la trama y está meticulosamente pensada. Los planos se articulan orgánicamente en un todo, junto con un diseño de producción prolijo y detallado, un guion que dentro de su simpleza encierra una gran complejidad, y las actuaciones excelentes, específicamente de Adam Scott que sigue demostrando lo dúctil que es tanto para la comedia como para el drama. En definitiva, la serie propone un tipo de espectador activo, la información se nos da a cuentagotas a través de símbolos, gestos, miradas, colores, objetos y palabras; es tarea de nosotros recomponer esas historias y personajes fragmentados a la vez que nos permite reflexionar sobre cómo afecta el trabajo a nuestras vidas.