Cannes de adelante para atrás: ‘I, I Daniel Blake’ de Ken Loach (2016)

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Bajo recuerdos y pensamientos, Mariano Parnes esta vez le escribe una carta a Ken Loach sobre la ganadoras a la Palma de Oro del 2016, 'I, Daniel Blake'.
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Querido Ken:

Lo que está bueno para pensar es si el cine debe hacernos sentir mal, o al menos afectados.

Vos te nutriste del neorrealismo italiano y del free cinema inglés, entonces responderías que el espectador debe salir distinto de la sala de como ingresó, aunque eso vaya contra la tendencia de estos tiempos del entretenimiento y punto.

A la mierda los pochoclos y las gaseosas.

A darle bola a eso que late a veces debajo de las camperas, de los celulares, eso que está adentro del tórax y que al menos en mi ciudad, Bs As, cada día se le da menos importancia.

Me acuerdo una noche de cine, un día miércoles que la entrada costaba la mitad, allá por el 98, fuimos con un amigo Manuel al Lorca y vimos “Mi nombre es todo lo que tengo” (My name is Joe, en su original),

Salimos compungidos, con ganas de llorar ante las jugarretas que la vida le hacía a aquel entranador de futbol amateur (Manuel ojos rojos, lágrimas, yo mirando el suelo y azorado a mi estilo)

Ganas de decirle a quien quiera escuchar que habíamos visto una película de una emoción incontenible, grandiosa.

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Con varias cosas tuyas me quedé un rato largo pensativo  al terminar de verlas, con “LadyBird, LadyBird” y los servicios de asistentes sociales británicos, como con “Tierra y ibertad” que la vimos en vhs con la familia reunida y todos nos emocionados. El final con las cenizas vertidas en suelo español lo tengo cerca del corazón aún.

En un Festival de Mar del Plata con la historia de un colectivero que asume una lucha (“La canción de Carla”) también me acuerdo de gente conmovida y lagrimeando a la salida del cine una medianoche en la que la Avenida Pero Luro te recibía mirándote a los ojos, como en un tango, diciendo “te presto el hombro, vení, te entiendo”.

La incomodidad está bastante presente en todas tus películas y acá en Yo, Daniel Blake, el drama es de toda la sociedad inglesa, aunque se nos muestre a un señor de 60 años como caso testigo, que queda afuera del sistema y no sabe usar internet. El vecino que vende zapatilla trucas, la vecina que debe obtener dinero como sea, la indiferencia de quienes caminan por la calle va componiendo como un cuadro que te va carcomiendo de a poco y sin subrayar nada, ni exageraciones ni estridencias.

No recuerdo haber pensado que película enorme que vi, pero si esto:  “Che, ¿qué hacemos con esta pena en nuestros corazones?”

M.

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