Tres días habían pasado desde el estreno de ‘Cadejo Blanco’ dirigida por Justin Lerner. Con una buena recepción en las salas, pasó a ser transmitida a través de la página web durante dos semanas. Esta película refleja el mundo de las pandillas de Puerto Barrios, en Guatemala. Pero ya no desde una mirada estereotipada y conocida, sino que humaniza a sus personajes quienes, al mismo tiempo, tienen cientos de conflictos internos respecto al estilo de vida que llevan.
Con una vida dividida entre Estados Unidos y Guatemala, donde da clases de cine en una universidad, Justin Lerner supo construir su lugar en la escena cinematográfica. Esta producción es su tercer largometraje, apareció en festivales reconocidos mundialmente. Fue gracias a su experiencia con la cultura guatemalteca que empezó a desarrollar la idea central de ‘Cadejo Blanco’.
Entre el medio del caos de un sábado típico porteño, y con dos espresso mediante, el director habló en profundidad sobre este filme. Desde los inicios del proyecto hasta de temas más complejos como lo fue la investigación.
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(Aclaración: la entrevista fue traducida y editada para una mejor lectura)
¿Cuál fue la idea principal qué te motivó a realizar esta película?
Yo vivo en Guatemala desde 2016 porque soy profesor de cine en una universidad de la capital. Un año un alumno me invitó a conocer su ciudad natal Puerto Barrios, en la costa caribeña y cerca de la frontera con Honduras. Es muy pequeño con menos de 200 mil personas. Allí también hay garífunas (pueblo indígena ancestral).
Originalmente era solo por un fin de semana, más que nada para ver si podía servirme para posibles futuras locaciones. Pero después de una semana de diversión y encantamiento por ese lugar, me di cuenta que había algo valioso para contar allí. Es más, algunos del elenco son garífunas. Es una de las partes con mayor violencia y crimen de Centroamérica, donde hay muchas clicas (pandilla de crimen local muy desorganizada).
Si, se puede ver como en el filme se retratan y como desde niños tienen un rol fundamental en esos grupos pandilleros…
Gente de Puerto Barrios me dijeron que cuando le preguntas a los chicos en la escuela que quieren ser cuando crezcan, muchos dicen pandillero. Es muy triste pero para ellos es una manera de poder hacer dinero y tener familia. Muchos jóvenes de Puerto Barrios, que participan en estos grupos (clicas) no tienen familia, solamente amigos. Por lo que unirse a una clica es una manera de ganar una comunidad, protección y cosas que hacer todos los días.
Además, en el cine hasta ahora no existe una imagen verdadera de esta parte del mundo y quería cambiar eso. Porque me di cuenta que no son solo chicos malos, sino que es la forma que tienen de sobrevivir. En cierta forma el viaje de Sarita se parece a mi propio descubrimiento con ese lugar. Especialmente, al principio cuando ella tenía preconceptos sobre esas personas, pero poco a poco entiende que la realidad es otra. Aunque yo no participaría en pandillas (risas).
También es interesante centrarse en Guatemala, donde aún no hay demasiadas películas, como lo es en otros países.
Quería agregar algo al mundo del cine en Guatemala. Por lo que pensé que era una manera de hacer algo innovador e interesante. Tenía la ventaja de haber vivido allí y que tengo a mis colegas que me ayudaron, la productora La Danta Films que es guatemalteca. Es una gran oportunidad para que se le comience a poner mayor foco a ese país. Pueden salir tres o cuatro películas al año, pero tendrán el reconocimiento que se merecen.
¿Cómo fue trabajar con personas que no eran actores profesionales?
El padre de Pedro Murcia, que fue mi alumno y ahora es mi coproductor, es abogado en Puerto Barrios. Trabaja con jóvenes con problemas legales para ayudarlos a encontrar trabajo y salir de esa situación. Muchos tenían historias fuertes. Empezamos a hablar con esas personas que conocían al padre quienes nos acercaban a amigos, y así sucesivamente. De repente doscientas personas llegaron a nuestros castings.
Allí no les pedíamos que memoricen un guion, sino contar una historia de sus vidas, como si fuese una entrevista. Así podíamos ver su personalidad y quienes no tenían miedo de estar frente a la cámara. Luego hicimos unos talleres de entrenamiento actoral, lleno de actividades y juegos, para que se acostumbren. Es más, me ayudaron mucho con los diálogos. Los grababa utilizando su propio lenguaje y cambiaba los diálogos de acuerdo a eso. En especial porque quería que fuesen mi guía, que se note la jerga local y la autenticidad de la historia.
Me enteré que la investigación te llevó tres años en total ¿Qué instancias tuvo el proceso?
Primero hice las entrevistas para después sentarme a escribir el guión y presentarlo a las personas. También buscar locaciones lleva bastante. Nunca filmamos en lugares inseguros o en casas de clikas, pero teníamos que aparentar que lo eran. Yo pude ir a uno para entender las normas y reglas, sacarle fotos. En el set me decían que era lo correcto y lo que no. Tener la aceptación del intendente de la ciudad, los vecinos nos ayudó bastante.
Pensando en que grabaste en un lugar muy diferente a tu país ¿Hubo alguna complicación en particular en la filmación?
El clima (risas). Llueve todos los días, es un clima tropical. Por suerte solo llovió un par de días. La ciudad fue muy abierta y amable, pero no estaban acostumbrados a que haya un equipo de filmación. A excepción de 1933 que se utilizó el puerto para una película de Tarzán. Sin embargo, la gente del elenco no creía que estaba haciendo una película de verdad. Estaban escépticos. Por lo que teníamos que convencerlos constantemente. Obvio que ahora lo creen, hasta fueron a la premiere.
Tal vez un desafío pudo ser la combinación de diferentes personas sin trayectoria actoral en un mismo espacio. Tratábamos de que se relajen y sean ellos mismos, pero a la vez este proceso nos llevó mucho tiempo. Brandon López (Damián) y Karen Martínez (Sarita) son actores profesionales que también fueron descubiertos con el ‘street scouting’. Ayudaron un montón junto a Tatiana Palomo, la coach de actuación encargada del entrenamiento. Puse mucha fe en Rudy Rodríguez quien a lo largo de los meses se convirtió en un excelente actor.


Una de las mejores cosas de haber hecho ‘Cadejo Blanco’ fue devolverle a los jóvenes la esperanza o instarlos a pensar que podían tener otro estilo de vida…
Por ejemplo, Rudy volvió a actuar en un cortometraje y hasta fue invitado en el Festival de Cine Internacional de Costa Rica. Es difícil porque en Guatemala no se hacen demasiadas películas. Pero hay varios chicos que mostraron interés en continuar trabajando en cine, así que estamos trabajando con una ONG que les busca becas. Cuando salga en mayo en todas partes, podría ser el primer paso para que haya más industria nacional guatemalteca y que los incentive. No existen muchas representaciones de esta parte del mundo, por eso es importante para mí permitirles que se representen a ellos mismos en la película.
En cuanto al personaje de Sarita ¿Su desarrollo estuvo premeditado o fue algo que se fue construyendo?
Con Karen Martínez hablamos mucho del proceso. La historia empieza con una desaparición, luego pone el foco en la transformación personal. En cierta forma, representa una historia de venganza y supervivencia pero, al mismo tiempo, la de una chica siempre tuvo que estar alerta para saber cómo actuar ante determinadas situaciones. Hay pocos momentos en donde ella no está actuando: cuando está con la hermana; en la ducha y en el micro. Fue adrede el mostrar al principio a una Sarita más tímida, porque después debe convertirse en otra persona. Esto representa los cambios que deben atravesar las mujeres de estos lugares.
¿Cuál es el vínculo del cadejo blanco con la película?
El cadejo blanco es una criatura mítica de Centroamérica que te sigue y protege del mal. Cuando escuché sobre esto me pareció buenísimo darle otra capa de simbolismos. La protagonista debe atravesar un viaje muy peligroso, donde puede morir en cualquier momento. Casi como si alguien la estuviera protegiendo de que no le pase nada. Me gusta relacionarlo con que Sarita es un cadejo también porque ella tiene una personalidad fuerte, protectora y con una gran voluntad.