Hazme el favor (No hard feelings) de Gene Stupnitnzky / La tregua, versión de Jennifer Lawrence.
Una idea. Ciertas películas son una radiografía de su tiempo sin proponérselo. Porkys de Bob Clark pese a ser de 1981, tiene el alma tardía de los setenta en pantalla. Fast Times at Ridgemont High (Picardías estudiantiles, título local) de Amy Heckerling son los ochenta. Clueless de la misma directora, protagonizada por Alicia Silverstone son los noventa. American Pie de Paul Weitz, sería la radiografía del arranque del nuevo siglo. Superbad de Greg Motola, para la primera década y Proyecto X de Nina Nourizadeh para los 2010.
Hazme el favor da la sensación de que, sin perder el tono de comedia, está sacándole la ficha a esta época. Tal vez sin proponérselo. Los padres con miedo a que sus hijos salgan al mundo, las redes sociales, los miedos, el poco sexo, el poder del dinero, las diferencias generacionales, la mentira en casi todas las cosas o, mejor dicho, la dificultad de que aparezca la verdad. Esta segunda película de Gene Stupnitzky (tras la interesante Buenos chicos) explora esta época del teléfono celular amo y señor de nuestros tiempos con una consigna simple para traccionar la trama hacia adelante: una mujer dispuesta a un intercambio.
No se usa un eufemismo: iniciar a un inexperto, poniendo el cuerpo en la tarea (por el rato que dure un «poco de intimidad» en principio como mínimo) a cambio de un automóvil de alta gama.
Esta película hasta donde puede va en serio. Se ve un desnudo frontal de Jenifer Lawrence innecesario en la escena donde va la parejita a la playa a la noche y un grupo de chicos alcoholizados les saca la ropa y los celulares como broma. Sale desde el agua Maddie mezcla de Afrodita de Boticelli con perro enojado y los pelea tipo lucha libre recuperando las cosas.
¿Por qué se la ve de frente y desnuda a la protagonista si se podía “zafar” con un plano de los tobillos mojados?
Esa escena dialoga con la que ocurrirá dentro de la limosina un poco después, cuando Percy, con la cabeza apoyada en el regazo de Maddie, le dice “yo nunca te lastimaría”. No lastimar innecesariamente, es el máximo valor en estos tiempos pareciere decir el film.
Esto va en serio por eso, porque Jenifer Lawrence “acepta dejar todo” lo que pueda en el film.
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La película es una versión nueva de las coming of age, o película acerca del “hacerse mayor” desde el punto de vista de Percy, de esas que abundan en el cine norteamericano. Se hace cargo de esta década de los “veintes”, de lo que significaría la corrección en tiempos donde el dinero sigue siendo el rey de todo y de todos. Lo relevante de Hazme el favor, se vincula con el tema de la verdad. De decir la verdad, de hacerse cargo de la verdad. Por eso termina con un viaje en auto, el “automóvil” que resulta el objeto esencial en toda la obra: es lo que Maddie necesita para trabajar como uber, es lo que le prometen los padres adinerados de Percy si acepta la misión de “iniciar y hacer que madure en todos los aspectos” a su hijo, es lo que será destruido después como metáfora de la desilusión, es lo que permitirá después alcanzar su estabilidad económica. El automóvil también es el objeto donde se dará la simetría más importante de todas. El manejar y «llevar colgando en el parabrisas», primero Maddie a Percy y luego Percy a Maddie. Esa puesta en riesgo del cuerpo es el “dejarse llevar” de verdad, por el otro en una pareja. No es algo retórico. Es algo fáctico.


Para terminar, desde el punto de vista de Maddie, la película habla de otra cosa. Densa. Podría ser del tiempo que queda por vivir después de que ya somos adultos y descreídos. El tiempo para buscar la felicidad entre el incesante reclamo del dinero, y acercarse lo mas posible a la verdad.
Mario Benedetti escribió en su novela La tregua que “el tiempo se va, a veces pienso que debería vivir apurado para sacarle partido a estos años que quedan, cualquiera puede decirme, pero si usted todavía es un hombre joven”. Todavía. ¿Cuantos años me quedan de todavía?”
Martín Santomé está hablando con la Maddie de Jenifer Lawrence mientras fuma mirando la playa de Montauk, con su mar azul brillante.