El legendario compositor argentino, creador del icónico tema de Misión: Imposible, presentó en abril junto a Rod Schejtman —ganador del World Vision Composer— una sinfonía homenaje a la identidad nacional.
En el día en que Lalo Schifrin cumple 93 años, vale la pena recordar uno de los momentos mas destacables de la agenda cultural argentina de este 2025: el estreno de ¡Viva la Libertad!, una sinfonía compuesta en coautoria con el premiado músico Rod Schejtman. El estreno mundial se realizó en abril en el Palacio Libertad y combinó emoción, historia y música en una noche que dejó huella.
Schifrin, radicado en Estados Unidos desde los años sesenta, es uno de los compositores más influyentes en la historia del cine. A lo largo de su carrera escribió partituras inolvidables para películas como Bullitt, Harry el sucio y Amityville, pero su mayor legado tal vez sea el tema principal de Misión: Imposible, convertido en ícono de la cultura pop. Su estilo, que fusiona jazz, música clásica y ritmos latinos, le valió seis premios Grammy, un Oscar Honorifico y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
Aunque desarrolló su carrera en el exterior, Schifrin nunca perdió el vínculo con su país. Por eso, eligió a Rod Schejtman como coautor para ¡Viva la Libertad!, una obra pensada como homenaje a la Argentina desde el lenguaje universal de la música sinfónica. Algo que fue increíble de presenciar para mi, debido que siempre había admirado la carrera de Lalo en Hollywood y el simple hecho de presenciar un estreno de una sinfonía compuesta por él, era algo que despertó en mi una emcioción enorme.
El concierto comenzó con un repaso por algunas de sus piezas más célebres, interpretadas por la orquesta sinfónica nacional “The Plot” de Misión: Imposible, Dirty Harry Suite, Bullitt, Mannix y Cincinnati Kid marcaron el tono de una primera parte emocionante y nostálgica. Luego fue el turno de las obras de Schejtman, con La magia di vivere, la obra con la que ganó el Premio Internacional de Composición en Viena y que recibió con una ovación.
Schejtman, con formación en dirección orquestal y una creciente carrera internacional, fue también el impulsor del proyecto conjunto. El trabajo con Schifrin no solo unió generaciones, sino que permitió el desarrollo de una obra que dialoga entre pasado y presente, en donde la amistad y trabajo de estos dos grandes artistas se vio reflejado en la gran obra sinfonica.
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La segunda parte del programa estuvo dedicada íntegramente al esperado estreno de ¡Viva la Libertad! Con una duración de 40 minutos, la sinfonía está dividida en tres movimientos que representan simbólicamente el ascenso, la caída y el resurgir del espíritu argentino. Desde lo musical, la pieza logra una síntesis notable entre la épica cinematográfica de Schifrin y la profundidad melódica de Schejtman. Desde lo emocional, transmite un sentimiento de identidad, union y pertenencia pocas veces se puede conseguir en una obra sinfonica.
¡Viva la Libertad! fue mucho más que un estreno: fue un tributo a la carrera de un argentino universal una plataforma para un compositor emergente y un acto de afirmación cultural en tiempos donde lo efímero suele dominar la agenda artística. La ovación final fue tan merecida como inevitable: todos los elementos estaban alineados para una noche inolvidable.