De las visitas internacionales que vinieron al Festival, una de las que más resonó fue la de John McTiernan, director de clásicos del cine de acción con películas como Duro de Matar y Depredador en su filmografía. Alejado de los sets hace unos 20 años y a sus 71, McTiernan fue invitado al festival a dar una charla, recibió un premio a su trayectoria y dos de sus films más reconocidos fueron presentados en versiones restauradas.
La charla ocurrió en el Club Español el domingo pasado, una bella sala pero de una capacidad bastante limitada para la convocatoria al director estadounidense. Hubo fanáticos que esperaron dos horas antes y una fila de una cuadra para escuchar lo que el maestro del género tenía para decir. McTiernan parecía no querer tanta atención. Cuando entró a la sala pidió varias veces que los aplausos no continúen cuando él se acercaba a su asiento y pidió abrir las ventanas por el calor que había en el lugar.
La visita de John McTiernan al Festival de Mar del Plata
Sin embargo, en algún momento de la charla de hora y media bajó la guardia y contó detalles como por ejemplo, su técnica de detallar en notas de papel cada plano de las películas que admira, su decepción al no poder haber dirigido Corazón Valiente y que fue su madre quien le inculcó la pasión por el séptimo arte.
“Estudié antropología, que es lo mismo que hacer cine. En ambos se observa a las personas”, apuntó en un momento de una conversación en la que McTiernan parecía no escuchar mucho las preguntas del director artístico Pablo Conde, sino más bien querer contar su postura sobre el cine y en definitiva la vida.
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Ya cuando el tiempo de la charla se estaba agotando, él mismo sacó un tema del que veteranos directores ya se han expresado en la actualidad: el cine de superhéroes y su predominio en las salas. Fue fulminante, en la misma línea de Scorsese y Coppola.
“Hasta mediados de los años 90 los grandes estudios eran dirigidos por personas que sabían de cine o por gente inteligente a la que le importaba difundir una cultura en el mundo. Por desgracia en ese momento fueron comprados por los bancos y las corporaciones”, remarcó. “Gente que no estaba interesada en el cine, sino que eran meros supervisores que trabajaban para proteger los intereses de los más ricos y garantizar la mayor cantidad de ganancias para sus inversores”, agregó.
“Las películas de los diez años siguientes dejaron de mostrar a personas normales, pero tampoco podían representar a reyes y nobles”, argumentó. “¿Qué empezó a hacer entonces la gran maquinaria cinematográfica de los Estados Unidos? Empezó a hablar de magos o superhéroes. Y esa es una acción política muy clara, una contrarrevolución de gran importancia histórica y como tal no debemos perderla de vista”, aseguró.