Ethan Hawke protagoniza The Lowdown, un intenso neo noir ambientado en Tulsa. Crimen, poder y racismo en una serie atrapante de Disney+.

Ethan Hawke está en boca de todos últimamente por su actuación en Blue Moon de Richard Linklater, pero este año también fue parte de la televisión. Su serie The Lowdown, traducida en Latinoamérica como Toda la verdad, llegó a las pantallas de Disney+. Se trata de una especie de neo noir con aires de western, en donde Hawke encarna a un periodista y escritor, Lee Raybon, que busca la verdad detrás de una muerte sospechosa en el pueblo donde vive.
La acción ocurre en Tulsa, Oklahoma, una ciudad con una importante población afrodescendiente. En 1921 tuvo lugar la llamada Masacre de Tulsa, ocurrida entre el 31 de mayo y el 1 de junio, cuando residentes blancos atacaron y asesinaron a gran parte de la comunidad afroamericana de la ciudad, convirtiéndose hasta el día de hoy en uno de los peores episodios de violencia racial del país. Es inevitable deducir que ese germen racista sigue presente en la ciudad. A esto se suma que se trata de una región donde la codicia está a la orden del día: el petróleo y la ganadería son los principales motores de su economía, y como resultado, quienes más tienen buscan mantener y expandir su poder sin límites.
Este contexto es clave para comprender la historia que propone la serie, donde la política, los supremacistas blancos y los grandes empresarios se reparten ganancias y privilegios frente a una ciudad que parece caerse a pedazos, al igual que su protagonista.
Lee Raybon es un escritor amante de las novelas pulp y policiales que trabaja como periodista en una especie de revista local. Tras la publicación de su último artículo, en el que expone la intimidad de una poderosa familia del pueblo, los Washberg, Dale (Tim Blake Nelson), el hermano menor, decide quitarse la vida y todos señalan a Lee como responsable. En otro contexto sería una tragedia más, pero su hermano mayor, Donald (Kyle MacLachlan), es candidato a alcalde, lo que convierte el hecho en un escándalo político. Para demostrar su inocencia, Lee inicia una nueva investigación, aunque en el camino descubre secretos mucho más oscuros de lo que imaginaba.
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Capítulo a capítulo de la serie The Lowdown, el protagonista se verá envuelto en situaciones que ni él mismo habría podido prever: desde ser secuestrado y casi asesinado por un grupo de skinheads hasta recibir amenazas de una mafia clandestina dedicada al contrabando de caviar. Aquellos eventos absurdos que leía en sus novelas pulp ahora los vive en carne propia. Las historias policiales que vende en su librería pasan a formar parte de su día a día. Al mismo tiempo, debe intentar recomponer la relación con su exesposa y con su hija, quien funciona como una especie de Watson en sus aventuras.

Con apenas ocho episodios de menos de una hora, la serie construye una historia que no se detiene. Cuando parece que la verdad sobre la muerte de Dale ha sido revelada, un nuevo giro aparece y las complicaciones para Lee crecen de forma constante. Sus capítulos resultan adictivos y, una vez iniciada, es difícil dejar de verla. Al elenco, además de Hawke, Nelson y MacLachlan, se suman Jeanne Tripplehorn, Tracy Letts y Keith David. También hay una participación especial de Peter Dinklage en un episodio, interpretando a un viejo amigo de Lee y ex dueño de su librería. Con él se construye una relación de camaradería que, además, permite asomarse al pasado del protagonista.
La serie The Lowdown se presenta como autoconclusiva, o al menos así lo sugiere su final. No quedan cabos sueltos ni subtramas importantes sin resolver. Estamos ante un protagonista que comprende el daño que ha causado a su alrededor. Aunque logra encontrar la verdad que buscaba, también entiende que el camino dejó víctimas y consecuencias graves, entre ellas, su vínculo con su hija. Su inestabilidad no favorece el entorno que ella necesita y decide alejarse por un tiempo. Lee acepta que, si quiere formar parte de su vida, debe convertirse en una mejor versión de sí mismo y se compromete a hacerlo. El proceso, entonces, parece haber valido la pena, aunque para llegar a ese punto hayan debido ocurrir desgracias que, directa o indirectamente, él mismo provocó.