Okay, Lumonheads, llegamos al quinto episodio y, a partir de acá, estamos oficialmente en la mitad de la segunda temporada. Si bien Severance ha mantenido un ritmo muy al estilo Lumon—preciso y limitado—, ha dejado varios hitos importantes que seguro repasamos a continuación. Pero, hay algo que no se puede negar de este inquietante thriller, aunque todavía no hayamos llegado a su final: es, sin dudas, uno de los reflejos más perturbadores de nuestros tiempos.
En esta primera parte de la segunda temporada, hay algo que el creador Dan Erickson, junto a su dupla creativa Ben Stiller, tiene muy claro a la hora de encuadrar. Este mundo distópico no se aleja demasiado de nuestra realidad. Hay temas que se infiltran en los pasillos de Lumon, con planos que funcionan casi como confesiones visuales y con un ritmo que nos invita a detenernos en nuestros miedos más profundos. La cosmogonía de Severance refleja uno de los pánicos más actuales de nuestra sociedad dominada por la inteligencia artificial: los límites entre lo real y lo auténtico están cada vez más desdibujados, las relaciones humanas se tornan más individualistas y las presiones de sostener una vida se hacen más asfixiantes.
En este campo de batalla sobre la manipulación, nuestros queridos personajes Mark, Irving, Dylan y Helly se encuentran atrapados en las sombras de Lumon, donde claramente nada es lo que parece. Sin embargo, hay algo que sí es real: la amistad que lograron forjar los cuatro. En estos primeros cinco episodios, eso es palpable. No solo por el amor que comienzan a sentir Mark S. y Helly—aunque haya sido Helena—, un giro que confirmó una de las teorías que ya sospechábamos sobre la familia Eagan, sino también por la complicidad que se ha construido entre ellos.
La escena en la que los cuatro salen juntos de Lumon por primera vez es una imagen potente. Sus vestimentas, casi como esquimales, refuerzan la sensación de comunidad, como si solo ellos pudieran entenderse. Y tanto es así que nos regala dos grandes momentos: el vínculo cada vez más fuerte entre Mark y Helly con su encuentro intímo, y la impactante revelación de que Helly es, en realidad, Helena.
Hablando de Irving, la interpretación de John Turturro es una de las más importantes de la televisión hoy en día. Nada como ese plano en el cuarto episodio cuando abre con su mirada de perplejidad. Una verdadera lección de maestría interpretativa. Pero si hablamos de sutilezas actorales, también hay que destacar el trabajo de Britt Lower, quien logra darles vida a dos mujeres totalmente opuestas con una precisión quirúrgica. Desde el peso de su voz hasta su forma de caminar, cada detalle suma en Severance.
|Te podría interesar: ‘The White Lotus’, bienvenidos a la tercera temporada
Esta primera mitad de temporada nos dejó con Mark desbordado en lágrimas, cerrando un círculo que comenzó en el piloto con él llorando como un niño en el auto. Ahora, sus lágrimas no son solo de duelo, sino también de un viudo que está a punto de reencontrarse con el amor de su vida. La serie sigue firme en su rumbo, con un guión afilado como un bisturí y una dirección hipnótica que transforma los pasillos de Lumon en verdaderas cárceles mentales.
Con estos eventos en marcha, el episodio 5 establece varias líneas narrativas para la segunda mitad de la temporada:
Con estos puntos en mente, todo indica que los siguientes episodios serán aún más oscuros y que los personajes estarán cada vez más cerca de descubrir los secretos más profundos de Lumon.
Praise Kier, que lo mejor todavía está por venir.