El amor en tiempos de cólera: seguimos obsesionados con ‘Severance’

Publicado el March 30, 2025 por Mery Linares
Apple TV+

Ha pasado una semana luego del estreno de ‘Severance’ y nosotros seguimos dandole vuelta al perfecto final de la segunda temporada.

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El amor en tiempos de cólera: seguimos obsesionados con ‘Severance’

Cuando Severance irrumpió en nuestras pantallas con sus pasillos asépticos y su atmósfera quirúrgicamente fría, pocos imaginamos que nos llevaría una de las historias de amor más reales de los últimos tiempos. En esta era donde la responsabilidad afectiva se desdibuja y las narrativas sobre el amor parecen cada vez más artificiales, el género romántico atraviesa una crisis. Las historias que verdaderamente nos interpelan son aquellas donde el amor nace en tiempos de cólera, en el borde del abismo.

No es casual que series como Lost o The Leftovers hayan dejado cicatrices imborrables en quienes las seguimos de cerca. Estas series han logrado capturar la esencia del amor en tiempos de adversidad de una manera más auténtica que las comedias románticas tradicionales que cada vez se sienten más irreales. Severance entra ahora en esa categoría.

Si bien Severance es una distopía sobre el abuso corporativo, su verdadera batalla es la guerra constante por la identidad en un mundo que nos dice qué debemos recordar, qué debemos olvidar y qué partes de nosotros pueden existir sin culpa. En una sociedad que nos moldea a conveniencia y nos educa en el miedo a sentir demasiado, la serie de Apple TV+ nos recuerda que la identidad es una dualidad constante.

Los protagonistas, como Mark, Irving, Dylan y Helly, o más bien sus «Innies», se convierten en personajes profundamente humanos, vulnerables y confundidos, que encarnan la lucha por la identidad en su estado más puro. Es ahí donde la serie nos golpea con su revelación más cruel: el trabajo de Mark en el Departamento de Refinamiento de Macrodatos no es solo una tarea absurda. Cada número que él «refina» es una parte de la conciencia de su esposa. Lumon no solo juega con la memoria. Juega con el alma. Alma y cuerpo, dos constantes que se exploran de maneras impensadas en esta temporada.

Decir que Severance es una historia de horror corporativo, es decir solamente una parte porque volvemos a la tesis, es una historia de amor e identidad. Porque al final, todo se reduce al amor. A la lucha desesperada por vivir más allá del control. En ese sentido, la serie nos regala una imagen que quema: el rojo que irrumpe en la pantalla, un rojo visceral, un rojo adolescente, el rojo de reclamar lo que sentimos.

Como decía Kevin Garvey en The Leftovers, serie que nunca voy a olvidar como me hizo sentir con respecto a amar:

«Quiero creer que estoy aquí por una razón. Quiero creer que esa razón es más que el sufrimiento.»

Así es como Mark S y Helly corren por sus razones porque «Hay una vida que merece ser vivida.»

Pero si hay algo que sabemos es que, por más que queramos escapar del dolor, siempre nos alcanza.

No sé qué pasará en la tercera temporada, pero desde ya se siente que será desgarradora pero con la certeza de que esos pasillos fueron testigos de vidas vividas.