Gary Oldman y su banda de fracasados regresan para demostrarnos que el sarcasmo es la bomba más potente del espionaje.
Arrancó la quinta temporada de Slow Horses o Caballos lentos y vuelve a demostrarnos que hay pocas cosas más fascinantes que mirar a un grupo de espías condenados al fracaso. La serie inglesa de Apple TV+ se ríe de la épica del género y nos regala algo mejor: la poesía del patetismo, el humor que se esconde en la derrota.
El primer episodio arranca como una declaración de principios. Lamb, nuestro Gary Oldman flatulento y chinchudo, mastica en su bar favorito mientras en la tele anuncian un tiroteo masivo. El mundo se cae a pedazos y él apenas levanta la vista. Esa indiferencia no es apatía, es estilo. Lamb habita un universo donde la tragedia se digiere con la misma calma que un plato de fideos chinos.
En el otro extremo, Ho camina por Londres bailando como si estuviera en 500 días con ella. Este nerd insufrible al que nadie toma en serio ahora se cree protagonista de un drama romántico porque, ¡milagro! una chica le dio bola. Entre el cinismo absoluto y la euforia ridícula, ahí se mueve Caballos lentos, en la contradicción entre tragedia global y delirios personales.
Mientras tanto, afuera todo es política. Londres busca alcalde, y la serie instala un tablero binario donde la derecha y la izquierda acechan como bestias hambrientas. Dentro de Slough House, el verdadero campo de batalla son las emociones: Louisa quiere escapar a una vida “normal”, Shirley extraña la protección de Marcus, River no encuentra dónde encajar. Ahí, sosteniendo todo, está Standish, la brújula emocional de nuestros derrotados favoritos, la que le da carne y corazón a un grupo que sin ella sería puro cinismo.
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Estas son las incógnitas que nos acompañarán en los próximos cinco episodios: ¿qué papel cumplirá la política como espejo de la tensión entre la central y los Caballos? ¿Podrá River finalmente ser reconocido como el espía que es? ¿Aceptará Lamb la relación maestro-aprendiz que lo une a su equipo?
Pero lo que sí sabemos, y queda claro, es que Slow Horses nunca necesitó persecuciones espectaculares ni artilugios brillantes. Su apuesta es totalmente otra: mostrarnos que el fracaso puede ser más interesante que el triunfo, aunque el mundo exitista que nos rodea quiera convencernos de lo contrario, y que el sarcasmo, usado con precisión inglesa, es tan potente como una bomba.
Slow Horses se estrena todos los miércoles en Apple TV+.