Se cumplen 44 años del fallecimiento del conocido mago del suspense. Un cineasta al que Jean-Luc Godard definió como el más grande creador de formas del siglo XX junto con Picasso. La obra de Alfred Hitchcock siempre ha sabido conectar con el gran público. Aquí desentrañamos algunas de las claves que lo sitúan como uno de los directores imprescindibles.
Puesta en escena
Como ya adelantábamos en la introducción, Hitchcock es sin duda uno de los más grandes creadores de imágenes que ha dado el cine. Daba prioridad a la forma sobre el fondo, o lo que es más, en sus películas la forma creaba el fondo. A través de una caligrafía milimétrica, construía sus historias imaginándolas y dibujándolas con todo lujo de detalles, considerando los rodajes un mero trámite para materializar lo que estaba en su cabeza. Aborrecía la improvisación y no le importaba tanto el tema a tratar como su expresión en imágenes. Muy conocida es su frase “el cine no es un trozo de vida sino un pedazo de pastel”. Su búsqueda formal y su profundo conocimiento del lenguaje cinematográfico lo han convertido en un maestro al que revisitar siempre, y también, en un cineasta de estudio obligado en toda escuela de cine.

Un autor
El hecho de ser un director que conseguía llegar al gran público película tras película, hizo que no se le tomara en serio como autor. Considerado por la crítica de su tiempo como un «simple artesano dotado para la técnica», no fue hasta la llegada de los Cahiers du Cinéma, que su relevancia como artista tomó forma. Cineastas de la talla de Rohmer, Truffaut, Chabrol o el ya mencionado Godard, se acercaron a su figura desde otro ángulo y escribieron sobre la complejidad metafísica de su obra considerando que, a pesar de la aparente ligereza de sus propuestas, éstas escondían una profundidad que sólo podía obedecer a la mente de un autor con temas e inquietudes recurrentes.

Director estrella
En una época en la que los directores permanecían a la sombra de las estrellas de sus películas, el bueno de Hitch rompió esa barrera, no sólo actuando como maestro de ceremonias en los shows televisivos Alfred Hitchcock Presents y The Alfred Hitchcock Hour sino protagonizando cameos en cada una de sus cintas. Estas icónicas intervenciones del maestro comenzaron, progresivamente, a tener lugar cada vez más cerca del principio de la historia, para así evitar que la gente se desconcentrara de la trama esperando su aparición.

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Blonde
Otro rasgo estilístico del cineasta lo podemos encontrar en su predilección por contratar a actrices rubias para sus películas. Janet Leigh, Eva Marie Saint, Kim Novak, Grace Kelly o Tippi Hedren son algunas de las insignes actrices que han trabajado con el maestro. Si bien es cierto que con algunas hubo buena sintonía, como fue el caso de Kelly, con la que rodó tres películas consecutivas, mucho más oscuros son los episodios que rodean a su colaboración con Hedren, con la que se obsesionó y a la que llegó a hacer la vida imposible. Su intento por buscar a una nueva Grace Kelly lo llevó a infravalorar a la joven actriz que, una vez acabado el rodaje, salió de allí al grito de “puto cerdo gordo”. Sin duda uno de los aspectos más turbios que rodean al director y que seguramente hubieran imposibilitado que desarrollara una carrera bajo la luz del Me Too y de un mundo totalmente diferente. Como curiosidad, añadir que Hitchcock nunca quiso trabajar con Marilyn Monroe, de la que una vez dijo: “tiene la palabra sexo colgada del cuello como si fuera una joya”.

Macguffin
Este término fue acuñado por Hitchcock para referirse a una excusa argumental empleada para hacer avanzar la trama. Se trata de un elemento que no era importante en sí mismo pero sí como un medio para detonar la acción. Aquí podemos citar como ejemplos el robo del dinero y posterior huida por parte de Janet Leigh al comienzo de Psycho (algo que no tiene ninguna relevancia en los sucesos posteriores) o el hecho de que Cary Grant sea confundido con un espía en los primeros minutos de North By Northwest.

Herrmann & Hitch
La historia del cine nos ha regalado algunos memorables binomios director/compositor. Pero sin lugar a dudas, antes de Spielberg/Williams, Zemeckis/Silvestri, o incluso de Fellini/Rota, deberíamos mencionar la extraordinaria colaboración del compositor Bernard Herrmann con el maestro. Las partituras de Psycho, Vertigo o North by Northwest representan auténticas cimas de la banda sonora y su presencia en los films del realizador inglés los llevó a una dimensión romántica y oscura. Notorias son las cuerdas de Psycho y los sonidos angustiosos que evocaban la obsesión de James Stewart en Vertigo. Esta fructífera colaboración que, aunque memorable, tan sólo abarcó siete películas en diez años, concluyó tras diferencias creativas en la banda sonora de Torn Curtain, que Hitchcock quiso llevar hacia un registro más pop. Como curiosidad, señalar que Herrmann apareció interpretando a un director de orquesta en The Man Who Knew Too Much.

Títulos de crédito
Por último, conviene señalar otro de los aspectos del cine del realizador inglés que más ha trascendido en la cultura popular: sus títulos de crédito vanguardistas y llenos de inventiva. De la mano de Saul Bass, el cine de Hitch tuvo algunas de las secuencias de apertura más recordadas por el público. A saber, los tensos rótulos de Psycho al ritmo de la música estridente de Herrmann, las espirales vertiginosas al inicio de Vertigo o esas líneas verticales y horizontales al comienzo de North by Northwest que, a pesar de parecer tener una función estrictamente estilística, pronto dan paso un rascacielos que refleja una realidad aparente, introduciendo el tema de la película.