Crítica de ‘Depredador: Tierras Salvajes’, la nueva película de Dan Trachtenberg que expande el universo Predator con acción, tensión y honor alienígena.

Depredador: Tierras Salvajes, o Predator: Badlands, está ambientada en un futuro distante, en un planeta remoto donde un joven depredador (interpretado por Dimitrius Schuster-Koloa Matangi) es desterrado de su clan y tiene el objetivo de cazar en un peligroso mundo al “adversario definitivo” para demostrarle a los suyos de lo que es capaz. En su viaje encuentra una inesperada aliada en Thia (Elle Fanning) y se verá obligado a trabajar con ella para cumplir su misión. Esta es nuestra crítica de la película Depredador: Tierras Salvajes.
Desde su adquisición por Disney, la franquicia ha sido tratada con bastante cuidado. Tras los tropiezos de las entregas anteriores cuando estaba en manos de Fox, Prey marcó un nuevo comienzo bajo la dirección de Dan Trachtenberg, quien revitalizó la saga volviendo a sus raíces. El éxito de esa película y del reciente proyecto animado Depredador: Cazador de Asesinos consolidaron su rol como el nuevo arquitecto creativo de la saga. Ahora, con Tierras Salvajes, el director apuesta por una historia centrada completamente en un depredador como protagonista, explorando su cultura, tradiciones y sentido del honor.
Este enfoque marca un cambio interesante dentro de la franquicia. La película logra que el espectador empatice con el joven Yautja (nombre de la especie de los depredadores) y comprenda su lucha por recuperar el honor perdido. El relato combina acción, supervivencia y un tono introspectivo que enriquece la mitología del universo Predator.
Uno de los puntos fuertes de Depredador: Tierras Salvajes es su ambientación. El planeta donde transcurre la historia está lleno de peligros, criaturas salvajes y entornos hostiles que refuerzan el sentimiento de constante amenaza. Las escenas de acción están muy bien logradas, con un diseño de criaturas y efectos visuales notables. El diseño del protagonista y de los seres que habitan el planeta se siente fresco y diferente a lo visto anteriormente en la franquicia, pero siempre respetando su legado estético.
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En el apartado humano, Elle Fanning interpreta a una cíborg que, aunque al principio resulta algo irritante, gana profundidad hacia el final, mostrando una relación interesante con el depredador, aunque por momentos algo cliché. Su interacción genera algunos momentos de humor que, si bien funcionan en parte, en ocasiones rompen la tensión que la trama intenta sostener.

En el aspecto técnico, la película no decepciona. La dirección de Trachtenberg mantiene un gran equilibrio entre el espectáculo visual y la narrativa. Las escenas de combate, la fotografía y los efectos visuales están muy bien logrados. La banda sonora, por su parte, complementa la atmósfera con música yautja y temas que remiten a la esencia original de la franquicia.
En conclusión, Depredador: Tierras Salvajes es un regreso sólido y refrescante para la saga. Si bien presenta algunos problemas de ritmo y cierta previsibilidad en su desenlace, ofrece una historia distinta y entretenida que amplía el universo de Depredador desde una nueva perspectiva. Una propuesta que, sin ser perfecta, cumple con su objetivo: mantener viva una de las franquicias más icónicas del cine de ciencia ficción y acción.
3.5/5 = buena
Depredador: Tierras Salvajes se estrenará en cine a partir del 7 de noviembre