La actuación inédita de un animal en el cine reciente es lo mejor en este ejercicio de terror. Esta es nuestra crítica.

Cada cierta cantidad de tiempo aparecen películas experimento, con premisas llamativas que uno espera que cumplan las expectativas que proponen. Good Boy se promocionó como la primera película de terror protagonizada por un perro y, si bien este punto de partida se cumple, es una lástima que el resto de los elementos no funcionen tan bien.
Escrita, dirigida, editada y fotografiada por Ben Leonberg, el film sigue a Indy, un perro que acompaña a su dueño Todd (Shane Jensen) a una antigua casa familiar en medio del bosque. Sin razones muy claras, el hombre padece una enfermedad y se retira en soledad con su mascota al lugar para recuperarse. Sin embargo, una presencia extraña comenzará a ser notada por el animal.
Lo mejor, sorprendente y memorable del proyecto es la actuación del perro. Cuesta creer el esfuerzo del realizador para que su mascota en la vida real responda a cada gesto, avance en cada habitación y transmita miedo como lo logra el can. Es realmente excepcional: un trabajo de cámara, adiestramiento y efectos prácticos que resulta fascinante en sí mismo.
El hombre comenzará a enfermar cada vez más, escupirá sangre y se pondrá irascible con las llamadas de su hermana Vera (Arielle Friedman) para preguntar cómo está. También será agresivo con Indy, lo alejará cuando quiera acercarse y será distante con un vecino cazador. De a poco, una figura oscura, cubierta de barro, comenzará a aterrorizar al perro. Todo lo que acompaña al personaje central adolece en comparación. Los personajes humanos son simples siluetas, con diálogos acartonados, y el monstruo que irrumpe en la narración carece de motivaciones y características claras.
Finalmente, la bestia toma la vida del dueño, que se sacrifica para salvar al animal. Este es rescatado por Vera, quien descubre la escena y llora desconsoladamente. La última escena del film nos muestra cómo el perro es llevado en un auto y se despide del bosque.
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El problema principal de la película es que la presencia maligna nunca tiene peso, ni dentro de la historia ni a nivel metafórico. ¿Qué nos quiere decir el relato con una figura que atrapa personas y que solo un perro puede notar? En español, la película lleva agregado al título “Confía en tu instinto”, pero la habilidad de Indy para detectar la presencia no le sirve para salvarse. El protagonista termina siendo un mero espectador, al igual que el público que observa el proyecto.
Con recursos limitados, algo que se deduce por sus escenarios reducidos, lo pobre de las actuaciones humanas y su corta duración de 73 minutos, Good Boy da la sensación de ser un ejercicio de marketing que se salió de control a partir de una premisa tan curiosa. Con un argumento y una resolución tan simples, parece un cortometraje estirado. Lo mejor sigue siendo su expresivo y enérgico protagonista, que, sin dejos de ironía, se inscribe entre las mejores actuaciones del año.

3/5 = Aceptable