Una nueva cinta de terror que llega a Argentina desde Corea del Sur, con una premisa donde el verdadero miedo no se ve… sino que se escucha.
En la película Noise, de Kim Soo-jin, Ji-woo es una joven que regresa al viejo edificio donde vivía su hermana, quien desapareció en circunstancias misteriosas. Al instalarse en el mismo departamento, comienza a escuchar ruidos extraños que parecen provenir de las paredes y los pasillos del edificio. Mientras investiga, la línea entre el sonido real y sus propias alucinaciones se vuelve cada vez más difusa, y pronto descubre que no está sola y que el ruido podría estar vivo.
Corea del Sur se ha consolidado en este siglo como uno de los países más innovadores en materia de cine de terror, con propuestas originales como The Wailing (2016), Gonjiam: Haunted Asylum (2018) o The Call (2020), que han sabido combinar el terror psicológico con elementos culturales propios, dándole una identidad muy particular a su industria.
En esa misma línea aparece Noise, el debut como director de largometraje de Kim Soo-jin, que se estrena en cines argentinos distribuida por Terrorífico Films. Gran parte de la historia transcurre en un mismo edificio, un espacio claustrofóbico, oscuro y descuidado. Los pasillos infinitos, las habitaciones diminutas y la suciedad general del lugar aportan una atmósfera opresiva que logra transmitir el estado mental de los personajes, especialmente el de Ji-woo, quien se va obsesionando con el origen de los ruidos. Esta ambientación es clave para que el espectador sienta esa misma sensación de encierro y paranoia.
Las actuaciones son otro punto fuerte: el elenco, compuesto por actores poco conocidos fuera de Corea, ofrece interpretaciones creíbles y cargadas de tensión emocional. El hecho de descubrir nuevos talentos de una industria lejana hace que uno quiera conocer más sobre sus trayectorias, ya que todos logran sostener el tono inquietante del relato.
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El mayor problema con la película está en el ritmo. El arranque es atrapante, pero el segundo se vuelve denso. Durante esta parte, la protagonista investiga qué le pasó a su hermana y debe recolectar pistas dispersas. Aquí aparecen varios personajes secundarios que parecen tener relevancia en la historia pero que luego desaparecen sin mayor explicación, haciendo que el relato pierda fuerza.
Sin embargo, el tercer acto compensa esas caídas. Todo converge de gran manera, aumentando la tensión de forma sostenida y con un giro final que, sin ser rebuscado, logra sorprender y resignificar varios elementos de la trama. Es allí donde Noise recupera toda su potencia y deja una última impresión muy sólida.
En conclusión, la película Noise es un ejemplo más de la capacidad del cine surcoreano para reinventar el género de terror desde un enfoque psicológico, apostando a lo sensorial antes que a los sustos fáciles. A pesar de algunos problemas de ritmo, la dirección, la atmósfera y las actuaciones hacen que valga la pena verla en pantalla grande, sumergiéndose en una experiencia donde el miedo no se ve: se escucha.
3.5/5 = Buena