Un arriesgado film que continua con el buen resurgir que vive el Body Horror en el cine.
En una actualidad en la que el cine está regido por el algoritmo, lo seguro y la fórmula probada, la salvación vendrá de la mano del terror y su cruce con lo bizarro. Lejos del ridículo mal entendido de otros tiempos, el cine de horror se ha volcado en los últimos años a un terreno de mayor elegancia, ambición y seriedad artística sin perder, en esa jugada, su frescura y su gracia. Y así, se convirtió en el espacio de refugio de la originalidad para el cine. Esta es nuestra crítica de The Ugly Stepsister.
The Ugly Stepsister viene a confirmar ese camino que ya habían allanado Titane de Julia Ducournau, La Sustancia de Coralie Fargeat o la Hatching de Hanna Bergholm. Incluso, más cerca del film de acción en este caso, la reciente Sinners de Ryan Coogler. Reconvierte una idea ya transitada, la vuelve especial desde la creatividad, y la enaltece luego con un compromiso audiovisual total.
La película noruega de Emilie Blichfeldt es una reversión de la Cenicienta pero, esta vez, desde el punto de vista de una de las hermanastras, Elvira (Lea Myren, una notable revelación para el cine internacional). A quien su madre considera fea, por lo que la somete a una gran cantidad de operaciones para volverla más atractiva. Y no, no estamos en la actualidad. Así que cada cirugía a la que se somete Elvira es mucho más rústica, física, primitiva y dolorosa. Para que se entienda: para operarla de la nariz, el cirujano le rompe el tabique con un martillo.
Así el film se vuelve una historia sobre la obsesión por la belleza, un body horror medieval que tiene escenas realmente difíciles de ver por la crudeza de sus detalles. Bastará decir que hubo una secuencia con ojos involucrados en la que, justamente, tuve que apartar la vista de la pantalla. Y eso que mi tolerancia por el gore es bastante alta.
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The Ugly Stepsister deambula siempre entre el espanto y la comedia, entre las expresiones de “¡Qué espanto!” y de “¡Qué gracioso!” a la vez, entre la náusea y la risa. Donde hay nuevas miradas sobre la propia Cenicienta -a quien vemos humanizada al ser sexualizada hasta lo pornográfico- y gusanos de la tenia usados a consciencia para adelgazar.
Un film divertido y osado, que apuesta por traer todo el tiempo ideas nuevas y, muchas veces, lo logra, sorprendiendo para bien. Y en una actualidad donde el cine está tan encorsetado, cada intento de originalidad es casi una revolución.