De todos los géneros cinematográficos, el de terror es uno de los más contradictorios. Dentro de sí, contiene a los más ávidos fanáticos y a los peores detractores. Año a año, llena salas en todos los países del mundo, pero nunca resulta nominado a premios ostentosos. Imprime recuerdos imborrables en los espectadores, sin embargo, la gran mayoría no le dará a la película que lo cautivó la estima que se merece. Podríamos decir, entonces, que el género está tan maldito como muchos de los monstruos, fantasmas y entes que crea. Y, en Argentina, el cine de terror estaría condenado a los recovecos más terribles del infierno, si no fuese por un grupo de personas que acaba de rescatarlo a capa y espada, en el documental Otra película maldita.
En esta oportunidad, directores, guionistas, actores, investigadores, y otras diversas personalidades del género aportan su granito de arena (que de pequeño no tiene nada) para establecer la cronología, puntos fuertes, y características del cine de terror argentino. Además, los acompañan fragmentos impecables de producciones de antaño que podrían haberse perdido en el olvido absoluto, y que ahora quedaron inmortalizadas en este documental que significó una propuesta diferente en la programación del BAFICI que acaba de terminar.
LA ESCENIFICACIÓN
Otra película maldita no es otro documental informativo. Cada parte de su composición total destila algo de terror. Un cementerio, un cuarto con televisores antiguos, o una casa abandonada son solo algunos de los escenarios en los que los entrevistados despliegan sus conocimientos. Además, la música que suena de fondo y bascula entre el silencio y una melodía espeluznante termina de configurar una atmósfera ominosa que va más allá de la información transmitida.
Y dicha escenificación va mutando según la arista del cine de terror argentino que se muestre. Cuando se habla del cine de terror mezclado con la comedia, la atmósfera de la producción se vuelca hacia lo reídero. En el momento en el que se cubren las películas más sangrientas, el documental adopta un tono más bizarro, esquizo. Así, los entrevistados, el lugar en el que se ubican, las películas que muestran, y el sonido y música que los acompañan, se vuelven las partes de un todo que hiela en cada momento, a pesar de no ser una ficción.
UN MIEDO CELESTE Y BLANCO
Como dijimos anteriormente, ninguno de los aportes que los entrevistados realizan son menores, sin importar el tiempo que ocupen en cámara. Entre diálogo y diálogo, se arma una imagen del cine de terror argentino más uniforme, definida y personal de la que existía antes de la aparición de este documental. Resultan especialmente valiosas las colaboraciones de los nuevos cineastas que, aunque poco informados sobre las primeras instancias del cine de terror nacional, recorren el presente del género con absoluta seguridad y valentía.
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Otra película maldita supera cualquier crítica, valoración o reseña en la que se pueda encasillar. En el caso del cine de terror nacional, tan visible en la práctica, pero al borde de la extinción en la teoría; un documental que lo recopile es una producción de suma importancia que tiene que valorarse solo por haber recorrido la odisea de hacerse. De recopilar un material imposible, de haber escarbado en tantos testimonios valiosos, y de haber configurado una cronología de una forma de cine tan indescifrable e intangible como las historias que nos suele presentar en pantalla grande o chica.
FICHA TÉCNICA
Otra película maldita (2023). Dirección, guion y fotografía: Alberto Andrés Fasce, Mario Varela. Elenco: Darío Lavia, Ayi Turzi, Fernando Martín Peña, Diego Curubeto, y más. Música: Marcelo Neira. Duración: 120 minutos. Nuestra opinión: Excelente.
Esta crítica forma parte de nuestra cobertura al BAFICI 2023