Querido Rubén:
Antes que nada, gracias por ‘Triangle of Sadness’. Nunca leerás esto pero no importa.
Te mando esta carta con cierta alegría y admiración. Vi “el triángulo” en pantalla de notebook y cortándola en dos tramos (una parte el viernes pasado a la noche y la última el sábado posterior) y no perdió potencia por ello. Es más, cinco días después me sigue dando vueltas en la cabeza, lo opuesto a los reels de Instagram con fotos de personas en piletas con caipiriñas en las manos o las publicidades navideñas o del mundial.
Me reconcilié con sentarme a disfrutar de paisajes naturales exóticos (islas desiertas) y de paisajes humanos enrarecidos. El “triángulo” me llevó hasta aquella frase del ex presidente argentino de nombre Carlos, quien dijo “voy a gobernar para los chicos ricos que tienen tristeza”. Trajiste al 2022 la promesa de Carlos Saul, antes de ganar la elecciones con su grito:
“Siganmé, no los voy a defraudar”.
En este crucero, quien debe conducir es un capitán errático (que bien actuado por Woody Harrelson!) que está poco en pantalla pero es central; Debe llevarte a buen puerto quien no tiene rumbo ni quiere tenerlo (¿el capitalismo realista?). El egoísmo del barco potenciando a la pareja de Yaya y de Carl que se nos muestra al inicio, semidioses de redes sociales, lindos por fuera como Apolo o como Afrodita y por dentro… bueno. Lo que mostrás debe ser la fauna de un crucero de lujo de verdad. Seguramente tu sentido estético (que es ético) te permite encuadrar con solidez todos los planos, pero quedarse solo con eso es poco.
Sos mucho más que planos bien compuestos y balanceados.
Tus héroes están más cerca del programa de televisión de Marley, viajando con Flor Peña y Lizzi Tagliani a plena tontada, que de aquellos académicos rígidos que pueden ir a esquiar a los alpes suizos (Fuerza mayor), o a una cena de gala benéfica (¿se entiende eso?) al museo de Estocolmo (The Square).
Sos sueco y por supuesto, estos nombres ni sabés que existen. Marley, Flor Peña o Lizzi Tagliani. Quizás tampoco conocés la delantera «Batistuta, Crespo y Piojo López» o como es nuestra bandera. Quizás la argentina para vos sea la remera de Messi con la 10 y un bife de chorizo o la nada misma.
Ya sé que estoy al sur del sur, pero arriesgo decirte que podrías vivir en el conurbano bonaerense y filmar las gestas heroicas de un delivery de Gonzalez Catán o de un electricista en Laferrere. Acá en el triángulo no arrugás y mostrás que no estamos tan lejos el primero del tercer mundo. De eso se trata esta película mas allá de la gran ironía de que les sobra mucho a algunos y le falta demasiado a otros.
El final con el rubio corriendo entre las lianas frondosas sin poder detenerse, pidiendo ayuda desesperado es lo que nos acerca.


Así que felicito tu segunda Palma de Oro y len particular por dos escenas: el arranque con la charla miserable en el restaurant de Yaya y Carl y por la del ruso vendedor de fertilizante en la cabina del capitán diciendo por microfono «nos vamos a hundir, nos vamos a hundir». Me hiciste reir fuerte con esta última, algo infrecuente.
¿Sabés? A mi amigo Alejandro le encantó ese arranque con Yaya y Carl discutiendo. Alejandro sabe que los buenos directores nórdicos, como vos, como Lars, Sussane o Thomas, no tienen miedo. No se puede dirigir cine con miedo.
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O, mejor dicho, se puede (casi todo el catálogo de la plataforma con N está filmado por personas con miedo o con miedo a no quedar bien con los productores que ponen el dinero) Tres partes tiene la película y se llama triangulo de tristeza. Como en toda pieza artística de valor, la forma es el fondo y el fondo está en la forma.
Nos dirás con belleza irónica que el ser humano es un animal complicado.
La confianza en el prójimo, en la humanidad, es tu tema. El gran tema en tiempos de lo fragmentado y del meme como esenciales.
Schopenhauer escribió sobre el deseo humano:
“Todo deseo arranca de una necesidad, de una privación, de un sufrimiento. Si se satisface, se frena. El deseo dura largo tiempo, las exigencias son infinitas, el goce es corto y mezquinamente sofisticado”.
“La virtud no se enseña, como tampoco el genio”.
“La vida del hombre, oscila como un péndulo entre el trabajo y el aburrimiento, tales son en realidad los elementos de esta vida terrenal”.
Te las comparto y gracias de nuevo.
M.